Jesús Nuestro TodoMuestra

Semana 4 - Día 3

Lectura: Hebreos 9:11–14

EOAO: Hebreos 9:13-14

¿O no saben que su cuerpo es templo[a] del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos?  Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.

En el texto

Los sacrificios del Antiguo Testamento eran imperfectos, pero efectivos. Tenían como finalidad mostrar al pueblo las consecuencias del pecado. Cualquier ofensa contra Dios requería, por parte del transgresor, la muerte de un animal, desde un toro grande hasta una paloma pequeña. Estos sacrificios limpiaban al adorador por un tiempo, permitiéndole regresar a la comunidad y adorar sin temor ni culpa.

En el sacerdocio levítico, se requería la muerte de un animal como pago por el pecado. Se sacrificaban animales, no los propios pecadores. El animal recibía el castigo por los pecados de la persona. Jesús se ofreció a Sí mismo como sacrificio, no por Sus propios pecados (porque Él no tuvo ninguno) sino como un sacrificio sustitutorio para toda la humanidad. Jesús no tenía culpa. Cargó con los pecados de la humanidad una vez y para siempre. Su naturaleza eterna le permitió limpiarnos eternamente del pecado, sin requerir ya más ningún tipo de muerte como pago por el pecado. 

Si el sacrificio de animales era considerado un justo pago por el pecado, ¡cuánto más el sacrificio eterno e inmaculado de Cristo ha cubierto la deuda que tenemos por nuestros pecados! Jesús purifica y limpia nuestra conciencia por la eternidad. Podemos adorar a Dios con libertad sabiendo que nunca seremos castigadas o juzgadas por nuestra pecaminosidad.

Oración

Señor Jesús, creo que Tu sacrificio es suficiente. Has pagado la deuda que yo tenía por mis pecados. Creo que Tu obra me ha limpiado de mi pecado por completo. Gracias por darte a Ti mismo para que yo pudiera vivir en libertad y tener comunión contigo. Amén.