Confiar en Dios a través de nuestras pruebasMuestra

Humíllate ante Dios

Alrededor de David sucedían tantas cosas. Era el rey de Israel cuando Israel estaba en su cenit. Era un general brillante, un guerrero valiente, un músico talentoso y compositor, y fue enormemente rico y poderoso. Y, sin embargo, David tenía una profunda humildad ante Dios. Había un profundo sentido de humildad y confianza infantil ante el Señor. Parte de la humildad de David, parte de la confianza infantil de David, fue admitir: «Señor, algunas cosas están más allá de mí, por encima de mí, demasiado grandes para mí, demasiado duro para mí. Señor, hay tanto que no entiendo y no puedo comprender. Señor, eres tan grande, tan vasto, tan inmenso. ¿Cómo podría yo, un simple mortal, pensar que podría entender todo lo que haces?

Hay tanto que no podemos entender plenamente acerca de Dios: la Trinidad, que Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre, la soberanía de Dios, la libre voluntad del hombre, el sufrimiento de los niños y los bebés, guerras santas en el Antiguo Testamento y la realidad del infierno, por nombrar algunos. Tal vez lo que es aún más difícil de entender es nuestro propio dolor y sufrimiento en un mundo injusto. Está bien plantear las preguntas difíciles a Dios, pero no debemos asumir que obtendremos respuestas a todas nuestras preguntas en este lado del cielo. Parte de nuestro camino de fe es confiar en Dios cuando no tenemos respuestas y cuando nos falta comprensión. «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia».

David tenía suficiente humildad para reconocer que Dios era tan vasto que no podía entender todo sobre él. David tuvo suficiente humildad para admitir: «Dios es Dios y yo no lo soy». David tenía suficiente humildad para confiar en Dios frente a los enigmas y el dolor de la vida. ¿Y tú?