Oraciones audacesMuestra

Quebrantado y derramado

¿Sabes qué no tiene mucho sentido? Pedir ser quebrantado. ¿Sabes qué más no tiene sentido? Un Dios perfecto entregando a su Hijo inocente a cambio de tener comunión con un grupo de andrajosos pecadores como nosotros. Entonces, ¿por qué haríamos la peligrosa oración “quebrántame"? Porque es la única respuesta racional a Jesús, quien fue quebrantado por nosotros.

Durante la última cena de Jesús con Sus amigos, tomó pan, lo partió, lo pasó; lo llamó Su cuerpo. Luego, vertió un poco de vino; lo llamó Su sangre. Ahora llamamos a este sacramento comunión. Jesús pidió que hiciéramos esto en su memoria, y así lo hacemos. Pero tal vez no quería que nos limitáramos a partir pan y verter el vino como es tradición en la iglesia. Tal vez también quería que nos quebráramos y derramáramos por la gente con la que estamos en comunidad. ¡Quizá cuando nos dijo que siguiéramos haciendo lo que Él hizo, realmente se refería a que hiciéramos lo que Él hizo!

Piénsalo. Sí seguir a Cristo es un viaje para parecernos más a Él, entonces la comunión no debería ser sólo un símbolo de lo que Cristo hizo, sino también un modelo para lo que hacemos. Pedirle a Dios que nos quebrante no es una oración para algún cristiano graduado. Es el punto de partida del cristianismo. Sin quebrantamiento, ¿dónde está la necesidad de un Salvador?

Unos versículos antes de la comunión en el libro de Marcos, está la historia de la mujer que rompió un valioso frasco de perfume y lo derramó sobre los pies de Jesús. Este perfume habría costado un año de salario y ella pudo haberlo usado en su pasada carrera atrayendo hombres. En un instante, ella destapó su pasado y derramó su futuro en alabanza a los pies de Jesús. Hoy, debemos hacer lo mismo.

Ora: Jesús, Tú fuiste quebrantado por mí, es lógico que yo sea quebrantado por Ti. Jesús, quiero derramar el trabajo de mi vida, mis posesiones mundanas, mis dones y mis habilidades sobre tus pies. Necesito Tu ayuda para hacerlo. ¿Me puedes quebrar? Amén.