[Serie La manifestación de Cristo en nosotros] Parte 1Muestra

Entrenar la mente natural

Nosotros tenemos la mente de Cristo, el problema se llama «mente natural». Esta se pone a negar las realidades que en nuestro espíritu son concebidas, que impiden la manifestación de la mente de Cristo, por eso la mente natural debe ser entrenada y debe ser forzada. Todo pensamiento tiene que ser sujeto a la obediencia a Cristo, tiene que ser tomado cautivo. Eso habla de una acción de guerra, los pensamientos de la mente natural deben ser tomados cautivos por el poder y las verdades de la mente de Cristo que habitan en nosotros. Es comenzar a negar las realidades que ven nuestros ojos y que son contrarias al propósito de Dios. Entonces, traerlas a la obediencia y al entendimiento de la verdad, cuando tu mente natural se alinea a la de Cristo hay una manifestación de fe, que se puede ver ahora en una manifestación en lo físico. Cuando alineamos el pensamiento al de Dios en la mente de Cristo y forzamos con ese pensamiento de Dios todo lo que es ajeno a su propósito, comenzamos a ver las realidades de lo que ya tenemos y de lo que ya somos. La mente de Cristo contiene todo el conocimiento, toda la sabiduría y todo el entendimiento que tiene Dios.

¿Crees que Cristo sabe todo lo de Dios? Y si tienes la mente de Cristo, entonces tienes todo el conocimiento de Dios y si tu mente natural se alinea, se pone de acuerdo, acepta como realidad lo que contiene la mente de Cristo, entonces viene una manifestación del espíritu al alma que se presenta externamente en lo físico, a través de tu cuerpo. 

Romanos 8:16 dice: «el mismo espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios». Entonces una de las actividades principales del espíritu es testificar, es dar testimonio. ¿Has dado testimonio de Cristo alguna vez a alguien en tu vida? ¿Qué haces cuando das testimonio de Cristo? Le dices a alguien: mira, sabes que Cristo es verdad, te produce vida y empiezas a hablar de lo que estás convencido. Hablas para que esa persona pueda recibir esa verdad que estás transmitiendo. Eso es el testimonio: sabes porque tú sabes, entiendes y estás convencido de que eres un hijo de Dios. Porque el Espíritu Santo te convenció, te dio testimonio. El Espíritu Santo continuamente te está dando testimonio de lo que tú eres.