[Serie La manifestación de Cristo en nosotros] Parte 1Muestra

El tiempo de Dios

Continuemos con Abraham y su esposa Sara, quienes recibieron la promesa de Dios y por muchos años esperaron, pero al ver que no sucedía nada, a Sara se le ocurre una idea: yo tengo una esclava, es fértil, hay algo que impide que yo pueda tener un hijo, entonces Abraham tómala como mujer, ten un hijo con ella y así vamos a tener un hijo, el hijo que Dios nos prometió. Así vamos a poder producir la promesa de Dios. La idea de Sara se convirtió en un problema, porque ese no era el propósito de Dios, Sarah y Abraham quisieron producir al hijo de la promesa. Es decir, pensaron que la promesa se llevaría a cabo a través de su manera de hacerlo, pero no funcionó, ya que ese hijo y esa esclava terminaron separados de su hogar.

Abraham y Sara seguían envejeciendo hasta que llegó el tiempo en donde no podían concebir, el vientre de Sara ya no era fértil y Abraham ya era un hombre mayor. Dios tenía que hablar vida a su cuerpo, tenía que producir un milagro y eso fue lo que sucedió, cuando ya no tenían absolutamente ninguna posibilidad en su propia fuerza para producir la promesa de Dios. Cuando estuvieron conscientes que era imposible por la fuerza del hombre, entonces dijo Dios: “ahora puedo producir el hijo de la promesa, para que sepan que no fue a través de la fuerza de ellos sino a través de mi promesa, a través de mi obra”.

Hay muchas personas que quieren producir la promesa de Dios en sus vidas a través de su propio esfuerzo. Hacen muchas cosas, rituales, ayunos, vigilias, arrodillarse por largas horas, asistir todos los días a cierto tipo de reunión o ir a eventos de personas famosas, para ver si a través de estas cosas se produce la vida que Dios ha prometido darles. Sin embargo, no pasa y es que esa vida en el espíritu, eso que la gente está esperando y que dice: «es que yo me estoy esforzando por esa transformación, yo quiero que esa transformación de la que Dios habla, el hijo en mi vida sea una realidad». Pero no es sino hasta cuando la gente dice: «es imposible, no puedo, ya hice todo y no lo puedo hacer». Allí es entonces cuando Dios puede obrar, porque no es la obra del hombre, es la obra de Dios.

Solo hay que esperar.