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Haz algo

Por S. George Thomas

¿Alguna vez has estado viendo las noticias, escuchando la radio o sentado en la iglesia, y escuchaste una historia sobre un tipo de crisis o injusticia en el mundo y pensaste: “Alguien debería hacer algo”?

¿Alguna vez has considerado la fuente de ese pensamiento? ¿De dónde vino? ¿Crees que tal vez … solo tal vez … eso pudo haber venido de Dios? ¿Y tal vez quiere que tú seas alguien que haga algo?

Nancy Zirkel y su esposo, Doug, se enteraron por primera vez de la pandemia del SIDA cuando la princesa Zulu vino a hablar en su iglesia. Ella creció en Zambia y perdió a su hermanita a causa del SIDA ... luego a su madre ... y a su padre. A los 14 años, dejó la escuela y quedó embarazada. Cuando tenía 17 años, la princesa se casó con su novio, un hombre 25 años mayor que ella que ya había perdido a dos esposas por el SIDA. Ahora, a los 28 años, cero positiva. Aunque sabe que algún día dejará a sus dos hijas, Joy y Faith, dice que Dios le ha dado alegría y esperanza en medio de sus circunstancias devastadoras. Debido a su deseo de hacer todo lo posible para ayudar a otras personas con el VIH, ahora viaja por el mundo contándole a la gente sobre la crisis del SIDA en África y exhortándolos a hacer algo para combatir su propagación.

Cuando Doug y Nancy la escucharon hablar sobre los efectos devastadores de la pandemia del VIH/SIDA, quedaron impresionados por el hecho de que la crisis humanitaria más grande de la historia estaba ocurriendo en este momento y no sabían nada al respecto. Pensaron para sí mismos: “¡Tenemos que hacer algo! Tenemos que ayudar. Si no sabíamos nada al respecto, la mayoría de las personas que conocemos, nuestra familia y amigos, probablemente tampoco saben nada al respecto. Si lo supieran, sin duda querrían hacer algo”.

Entonces, los Zirkel decidieron crear conciencia sobre esta crisis global organizando una fiesta e invitando a todos sus conocidos a su casa. Le pidieron a la princesa Zulu que viniera a explicarles a 50 de sus amigos y familiares lo que estaba sucediendo en África a causa del SIDA y luego les pidieron que ayudaran apadrinando niños. Hablando de esa noche, Nancy dice: “Doug y yo planeábamos pedirles a todos al final de la noche que ayudaran patrocinando a un niño en África a través de World Vision. Pero también queríamos asegurarnos de que la gente continuara respondiendo después de que terminara la noche. Pensamos que sería una buena idea preguntarles a todos si les gustaría organizar una fiesta propia para sus amigos y familiares. Fui elegida para pararme frente a toda mi familia y amigos y hablar, y estaba nerviosa por eso. En el último minuto, comencé a acobardarme y le dije a mi esposo: "¡No puedo hacerlo! ¡Tú hazlo, adelante!" Y Doug, siendo el esposo maravilloso, solidario y alentador que es, solo dijo: "Puedes hacerlo, sé que puedes. Ahora ve". Y me dio el pequeño empujón que realmente necesitaba. Mientras caminaba, vomité un rápido: "Por favor, ayúdame, Señor. Dame el coraje y pon las palabras correctas en mi boca". Entonces me levanté y lo hice. Les pregunté a todos si estarían interesados ​​en hacer una fiesta. Les dije: “Si dos o tres de ustedes tienen fiestas, y dos o tres de sus amigos tienen fiestas, esto podría crecer y multiplicarse. ¡Y quién sabe cuántos niños podrían ser patrocinados y cuántas vidas podrían salvarse!”

Gracias a esa noche, nuevas puertas comenzaron a abrirse para los Zirkel y cosas maravillosas comenzaron a suceder. World Vision se acercó a ellos para tomar su idea de organizar fiestas en casas y convertirla en un programa nacional para promover en las iglesias de los Estados Unidos. También se le pidió a Nancy que hablara con unos niños, desde jardín de infantes hasta quinto grado, sobre cómo involucrarse para ayudar a los niños infectados con SIDA en África. Sabiendo que muchos de ellos sienten que realmente no pueden hacer nada significativo porque son pequeños y nadie les presta atención, Nancy quería que entendieran que eso no es cierto. Así que les habló sobre cómo el apóstol Pablo a Timoteo: “No dejes que nadie te trate como si no fueras importante porque eres joven”. Luego, Nancy le dio a esos niños una pequeña alcancía para que la llenaran con cambio. ¡En unas pocas semanas, habían recaudado más de $15.000! Al recordar ese momento, Nancy dice: “¡Fue increíble! Estos niños llegaron con sus alcancías hasta el tope. Hicimos que tiraran sus monedas en cubos. ¡Trajeron tanto cambio que incluso se rompieron las asas de algunos de los baldes porque eran muy pesados! Pero estos niños siguieron trayendo dinero con corazones alegres y espíritus compasivos ... fue simplemente hermoso de presenciar”.

Para Nancy y Doug, el acto de "ir" simplemente comenzaba invitando a amigos y familiares a su casa. Cuando Dios puso una carga en sus corazones, no se sentaron pasivamente y dijeron: "Alguien debería hacer algo". No, eligieron actuar en consecuencia. Y su voluntad de confiar y obedecer la dirección de Dios dio frutos de maneras que nunca podrían haber imaginado. Su simple acto de obediencia provocó un efecto dominó que continúa impactando las vidas de innumerables personas.

Tal vez la idea de salir y hacer algo que Dios te está guiando a hacer parece abrumadora. Puede que ni siquiera sepas por dónde empezar, y está bien. No tienes que hacer algo enorme o complejo. Solo pide a Dios que te muestre cómo obedecer Su dirección, luego actúa en consecuencia y confía en que Él será fiel para hacer el resto.

Las cosas grandiosas tienen comienzos pequeños. Cada aguacero es solo una gota de lluvia; todo fuego es solo una chispa; toda cosecha es solo una semilla; todo viaje es solo un paso porque sin ese paso no habrá viaje; sin esa gota de lluvia no puede haber lluvia; sin esa semilla no puede haber cosecha.
~ William Wilberforce

Versículo a Memorizar

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Romanos 10:14–15 (RVR)