VamosMuestra
¡Escógeme!
Por S. George Thomas
¿Te has sentido alguna vez inadecuado? ¿Como si no estuvieras a la altura de los demás? Ves a otros salir y avanzar en el reino de Dios, pero crees que no tienes lo que hace falta para que Él te utilice. ¿La Madre Teresa? ¿Billy Graham? Claro. ¿Y tú? No tanto.
Podemos relacionar esto con Isaías. Cuando Uzías, el rey de Israel, muere, su mundo cae en picada. Isaías había crecido en la corte del rey, esto le hizo sentir perdido, confundido, incierto y desesperado. Pero en este momento, Dios se le apareció.
En Isaías 6:1-3 NVI dice: "El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo. Por encima de Él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro: "Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria".
Cara a cara con un Dios santo, se ve superado por un tremendo sentimiento de insuficiencia e indignidad. Grita: "¡Oh, no! Voy a ser destruido. No soy puro, y vivo entre la gente que no es pura."
La respuesta de Isaías es perfectamente compresible. Es fácil sentir que no estamos a la altura cuando nos comparamos con los que nos rodean, ¡cuánto más cuando estamos en frente a Dios! Quizás por nuestro pecado, errores o circunstancias pasadas. Sin embargo, la realidad es que, ante Dios estamos todos en el mismo barco. Ante Él, todas las comparaciones no tienen sentido.
Pero mira lo que ocurre a Isaías luego: Dios envío un ángel para que recoja un carbón encendido que estaba tan caliente que la Biblia dice que el ángel tuvo que usar pinzas para recojerlo. Le dio el carbón a Isaías para que se lo ponga en sus labios, declarando: "Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado". Entonces oí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?" Isaías 6:7-8 NVI
Cuando eras un niño pequeño en la escuela, ¿cómo reaccionabas cuando el profesor miraba al rededor del aula y decía: " Hoy tengo una misión especial y estoy buscando a alguien para eso"? ¿Te escondías en tu asiento y esperabas que no notaran tu presencia? ¿O alzabas la mano con una emoción apenas contenida? "¡Escójanme! Elíjanme a mí”.
Cuando Isaías escuha que el Señor pregunta: "¿A quien enviaré, quien irá por nosotros?", no miraba alrededor a ver si alguien más se ofrecía primero. No dice: "No estoy calificado". Ni siquiera pregunta a dónde debe ir. Sin ninguna duda, salta y grita: "¡Aquí estoy! "¡Envíame a mí!"?
¿Por qué Isaías cambia su actitud? ¡Qué hace que pase de declarar: " ¡Soy impuro!" a decir: "¡Aquí estoy! ¡Enviame a mi!"?
Es simple. Él es limpiado por el fuego de Dios. Ante los ojos de Dios, es declarado limpio. Todas sus dudas sobre sí mismo y sus temores sobre el futuro se desvanecen a la luz de la obra redentora y purificadora de Dios en su vida.
Después de que Jesús ascendiera al cielo, los discipulos se encontraron en la misma situación que Isaías. Antes de partir, Jesús les dijo: "Serán mis testigos en Jerusalen, en toda Judea, en Samaria y en todo el mundo". Hechos 1:8 NVI. Su maestro, el que había dicho estas palabras se había ido. Su futuro era incierto. Tímidos y temerosos, no sabían qué hacer, 120 hombres y mujeres se aislaron en el Cenáculo y cerraron la puerta con llave.
Sin embargo, diez días después, todo cambió. Esos 120 hombres y mujeres salieron del Cenáculo llenos de valor y valentía proclamando por las calles de Jerusalén el mensaje de Jesús a todos los que encontraban.
¿Por qué? ¿Qué cambio?
Es simple. el fuego de Dios había caído sobre ellos y fueron llenos con Su Santo Espíritu. Todos sus miedos, dudas, debilidades e inseguridades de repente desaparecieron a la luz del poder suficiente de Dios. Él usó a esos 120 hombres y mujeres para encender un fuego que continúa ardiendo hoy.
No dejes que tus errores o las circunstancias pasadas o presentes te detengan y te impidan responder al llamado de Dios. No se trata de ti, ni de tus habilidades, fortalezas o calificaciones; se trata de Él. Te ha redimido. A Sus ojos, estás limpio. Lo que Dios ha llamado limpio, nadie ni siquiera tú puedes llamarlo impuro.
Dios está preguntando hoy: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá?” ¿Responderás y dirás: “¡Aquí estoy! ¡Envíame a mí!”?
Versículo a memorizar
"Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo". Mateo 28:19-20 NVI
Escrituras
Acerca de este Plan
Este devocional de 21 días de Gateway Church busca animarte e inspirarte a seguir la Gran Comisión de Jesús: "Vayan por todo el mundo y anuncien las Buenas Nuevas a toda criatura" (Marcos 16:15 NVI).
More