Matrimonios a prueba de todoMuestra
El poder de las palabras bien dichas
Lo que hablo produce una realidad en el ámbito donde me muevo. Si llego a la oficina y veo un grupo de trabajo y digo que los veo mal, como enfermos, tristes, y les pregunto: ¿qué pasa?, ¿qué tienen?, lo que digo produce un mal ambiente en sus vidas. En cambio, cuando llego y les digo: están muy bien el día de hoy: ¿qué pasó?, van a decir: ¿de veras?, ¿me veo muy bien? Lo que decimos determina un ámbito. Eso determina su reacción y comienzan a sentirse bien: ¡se ven alegres!
Lo que debe salir de nuestra boca son palabras que deben ser buenas para construir, para edificar, para añadir. Entendamos que nuestras palabras tienen poder para edificar realidades. La Escritura dice que Dios produce su obra llamando las cosas que no son como si fueran porque Dios sabe que en sus palabras hay poder de creación, que lo que no existe, cuando lo habla se produce. Por eso cuando habla de nosotros, dice que somos santos, que somos justos, que somos perfectos, todo lo que dice hacia nosotros es positivo y nos lo declara. Dios dice las cosas que no son como si fueran porque allí radica su poder creativo.
Así como la palabra de Dios tiene poder, nuestras palabras también tienen poder, para crear un ambiente en nuestro mundo. Así también sucede en las personas cercanas al construir, producir, edificar o derribar un ambiente, incluso sus vidas. Nuestras palabras pueden producir dos efectos: uno, producir algo positivo y otro, destruir y corromper. Lo que decimos va a producir realidades.
Si le dices a tu pareja: ya no te quiero, aunque no sea verdad, eso que declaras está produciendo algo en ti. Si dices algo negativo va a producir una realidad negativa. Nunca hables nada contrario a lo que Dios dice de tu pareja. Si Dios dice que es perfecto, santo, justo, no lo contradigas, ¡afirma lo que Dios dice acerca de tu pareja! Si Dios dice, yo lo creo y declaro con mis palabras, eso va a producir una realidad; le digo amén a la Palabra de Dios al declarar lo que Dios dice acerca de mí y de mi pareja.
Reflexionemos
¿Qué palabras salen de mi boca cuando llego a casa y veo a mi cónyuge? ¿Qué ambiente promuevo? ¿Edifico con mis palabras? ¿Traigo destrucción? ¿Hablas más de divorcio que de vivir juntos? ¿Dices a tu cónyuge la hermosa vida que tienen juntos? ¿Piensas y dices que todos los hombres son cortados con la misma tijera? O ¿declaras que es un hijo de Dios santo y amoroso?
Oro para que tus palabras afirmen lo que Dios dice de ti y de tu cónyuge.
Acerca de este Plan
Para que funcionemos correctamente dentro de las relaciones humanas, es necesario que funcionemos bien en el matrimonio. Nos preguntamos: ¿cuál es la fórmula para que unos matrimonios duren mientras otros terminan en divorcio? No es mágico. Hay una razón principal para que los matrimonios sean exitosos: han aprendido a poner un filtro en tres áreas: un filtro en lo que hablan, en cómo se ven y en su corazón.
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Nos gustaría agradecer a Gerardo Cardenas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.centrocristiano.org