[Serie Máximo Gozo] Libre de la OscuridadMuestra

El 3er error: no confesar cuando Dios nos muestra nuestro pecado (1:10)

En nuestro peregrinaje aquí en la tierra, nuestra salud espiritual y, en consecuencia, nuestro gozo e intimidad con Dios, dependen directamente de nuestra voluntad de ser honestos acerca del pecado en nuestras vidas y de nuestra responsabilidad personal relacionada con él. El pecado trae culpa, y con la culpa viene la oscuridad. A lo largo de estos días juntos, nos hemos dado cuenta de que cuando caminamos en la oscuridad, no podemos tener comunión con Dios.

El Error: “Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.” 

Cuando Dios apunta su luz sobre uno de mis pecados, y le digo que está equivocado, dejo la luz y entro en la oscuridad. La culpa se filtrará en mi alma y nublará mi visión de Dios. El autoengaño, la depresión y la derrota siguen. Los psicólogos reconocen el problema de la culpa y simplemente no saben qué hacer con él. Es como esas luces de advertencia en tu automóvil que te dicen “Revisa el motor”. Están ahí por una razón; cuando se encienden, revisa tu auto o terminarás teniendo un problema mayor.

Muchos cristianos se han quedado atascados en el costado de la carretera debido a una falla en el motor por ignorar la señal de advertencia de la culpa. Préstale atención y trata con ella tan pronto como el Espíritu Santo te muestre que algo está mal.

Durante siglos, hemos tratado de reprimir esta señal, de evitar lidiar con ella, de llamarla con diferentes nombres, de atribuirla a varias causas y, lo peor de todo, de tratarla de manera incorrecta. La consecuencia es clara. Nuestra sociedad es infeliz, está deprimida y no ha podido lidiar con la raíz del problema. Mis queridos hermanos y hermanas, la verdad nos hará libres: el nombre del problema es culpa, la fuente de esto es el pecado y la solución es la confesión.

Cuando no alcanzamos la santidad perfecta de Dios, pecamos y erramos el blanco. Dios estableció la meta a alcanzar y, errar el blanco causa verdadera culpa; la fuente es el pecado, y la única solución es la confesión.

Nuestro acusador, Satanás, puede usar la culpa no resuelta como un látigo para mantenernos esclavizados a nuestra naturaleza pecaminosa. Podemos resolver esa culpa con las promesas de los versículos 1:7, 9 y 2:1–2.

Mi querido hermano y hermana, confiesa. Ve a tu Padre amoroso, háblale, entra en Su corte con alabanza y agradecimiento. Sus brazos amorosos te cubrirán y te limpiarán de todo pecado.