[Serie Máximo Gozo] Libre de la OscuridadMuestra

La premisa: Dios es Luz; en Él no hay ninguna oscuridad (1:5)

Este devocional propone guiarte hacia la experiencia del gozo completo y definitivo. El tipo de gozo que fluye de tener comunión con el Señor. Si no estás experimentando este tipo de alegría, es porque hay una barrera que bloquea tu camino. Esta barrera se llama pecado. El pecado produce culpa, y todos sabemos lo difícil que es vivir con pecado y culpa sin resolver. 

La estructura del pasaje que estudiaremos a través de este devocional es simple. Juan presenta la verdad en tríadas. Las oraciones que introducen cada parte de la tríada comienzan con la frase "si afirmamos..." (NVI) que se presenta tres veces (vs. 6, 8 y 10). Estas cláusulas de "si" nos dan tres respuestas hipotéticas al mensaje de que Dios es luz; en Él no hay ninguna oscuridad. Cada una de estas respuestas es una respuesta incorrecta, que Juan corrige rápidamente con la verdad relacionada.

La Premisa es: Dios es luz; en Él no hay ninguna oscuridad (v. 5).

El apóstol Juan comienza el cuerpo de su carta con un concepto básico sobre el carácter de Dios. La idea se expresa como si uno mirara dos caras de la misma moneda. En un lado dice: "Toda la luz". En el otro lado, tenemos la misma verdad, pero declarada negativamente: "No hay ninguna oscuridad". La oscuridad representa el pecado y todo lo contrario al carácter de Dios. La premisa establece que no hay nada sobre el carácter o las acciones de Dios para impugnarle de algo maligno. No hay oscuridad en Dios, Él no puede producirla, no está en Sus genes. Tampoco puede usar a otros como instrumentos para producirlo.

No hace falta decir que esta verdad deja al hombre caído y al cristiano nacido de nuevo con un problema. Si el mal no tiene parte en el cielo y no es parte de Dios, entonces, ¿cómo podemos nosotros, teniendo una naturaleza pecaminosa, estar cerca de Dios? Bueno, esto es precisamente lo que Juan aborda a lo largo de esta carta: ¿Cómo pueden los cristianos pecadores estar cerca de un Dios sin pecado? La respuesta: Por la sangre de Jesús.

Como nos dice el escritor de Hebreos, sin el derramamiento de sangre no hay perdón de pecado. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz y su sangre nos limpia en dos niveles: posición y condición, o relación y comunión. El apóstol Pablo habla de perdón por nuestra posición en Efesios cuando dice: "En Él (Jesús) tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia" (1: 7). Y Juan habla de perdón por nuestra condición cuando dice: "Si vivimos en la luz, así como él está en la luz, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1: 7). Estar en Cristo da estado de posición; Caminar en la luz indica condición.

Es precisamente este tipo de comunión de perdón la que nos acerca al Padre y al Hijo, y el gozo de ambos es recíproco. Acércate a Dios y Él se acercará a ti.