[Serie Máximo Gozo] Libre de la OscuridadMuestra

El segundo error expuesto: negar nuestra naturaleza pecaminosa (1:8–9)

Liberarnos de la oscuridad (de la naturaleza pecaminosa) que está en nuestras vidas, se convierte en un paso fundamental que debemos dar en nuestra búsqueda de comunión con Dios. El apóstol Juan explica que existen tres barreras principales con las que debemos lidiar para estar cerca de Dios:

1. nuestra naturaleza pecaminosa,

2. los pecados que conocemos,

3. los pecados que no conocemos. 

Recordemos que hay tres respuestas impropias a la premisa: "Dios es luz, y en Él no hay ninguna oscuridad" (v.5). Hemos lidiado con la primera, respuesta impropia (la que se encuentra en el v.6) que presenta hipocresía absoluta: alguien que sabe que está caminando en la oscuridad, pero afirma estar cerca de Dios. Juan llama mentiroso a esta persona.

Hoy vamos a ver la segunda respuesta errónea. Aquí encontramos a un creyente que se miente a sí mismo cuando dice que no tiene naturaleza pecaminosa.

2do Error: “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad” (1:8).

El error aquí es negar que tenemos una naturaleza pecaminosa después de convertirnos en cristianos. Es vital que entendamos que el creyente en Cristo es una criatura completamente nueva; esto es claro. Hay cambios fundamentales que ocurren en nuestras vidas cuando el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros. Sin embargo, decir que ya no tenemos una fábrica de pecado dentro de nosotros sería un grave error. Llámalo "la carne" como lo hace Pablo, o llámalo "pecado". Pero, no importa como quieras llamarlo, el mal dentro de nosotros nunca será destruido en esta vida. Ya no tiene ninguna jurisdicción o autoridad legítima sobre el nuevo creyente; ciertamente no afecta nuestra posición ante Dios (aún somos Sus hijos y estamos en una relación con Él), pero sí afecta nuestra comunión.

Ya no somos esclavos del pecado, sin embargo, pecamos (Romanos 6:6). Esta es la única razón por la que Pablo pudo haberse llamado a sí mismo el principal de los pecadores después de tantos años caminando con Cristo. A medida que Pablo se acercaba más y más a la luz, a la santidad de Dios, se hizo más consciente de su pecado. Mientras estemos en esta tierra, siempre habrá una lucha diaria con "nuestro lado oscuro".

Pero, hay siempre buenas noticias. Llegan en el versículo 9: 

“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad.”

Es esencial para nosotros reconocer no solo que Dios es luz, sino también que Dios es amor. Sus brazos están abiertos de par en par. Él es fiel y justo; Él perdonará nuestros pecados. Sin embargo, recuerda que, en Él, no hay oscuridad en absoluto. Deja que Su luz llene cada centímetro de tu alma y exponga el pecado no confesado. Seamos lo suficientemente humildes para reconocer nuestra condición (cuán desesperadamente necesitamos a Dios) y nuestra posición (hemos sido justificados, y estamos en una relación eterna con nuestro Padre). Ambas verdades coexisten.