La obediencia.Muestra

La única salida.

 Si bien es cierto que por medio de Adán entró la muerte al ser humano, por el segundo Adán, que es Cristo Jesús, entró la vida, el perdón, la redención y la bendición al ser humano. Por medio de Jesucristo tenemos el Espíritu que da vida que es el Espíritu Santo; es por medio de Él que podemos ser liberados del flagelo de la desobediencia si le permitimos operar en nuestro ser, si reconocemos nuestra necesidad de ser guiados en toda decisión que tomemos y si somos receptivos a su presencia y voz.

 Sé que para muchos esto es locura porque lo analizan con su mente y llegan a la conclusión de que estamos locos. Sin embargo, aquellos que hemos tenido un encuentro con Jesucristo podemos dar testimonio de que el mundo espiritual es real y que cada día se libra una batalla a nuestro alrededor y dentro de nosotros también, dentro de nosotros hay dos seres que desean el control y dominio de nuestro ser: la carne que busca y anhela sus propios deleites y el espíritu que desea ser obediente al Padre y seguir las sendas que ha trazado para nosotros. 

 Al final queda en nuestras manos a quien le damos el control, decidimos si somos obedientes o desobedientes, si nos damos al placer pasajero y al desenfreno o si sembramos en este mundo para estar en la eternidad recibiendo los frutos de esa obediencia; te aseguro que la mejor decisión es fácil de ver, solo medita en las maravillosas promesas de Dios hacia quienes deciden obedecer. Te invito a orar conmigo:

 Amado Padre, gracias porque por medio de Jesucristo se pagó el precio de mi libertad, porque fui redimido por su sangre preciosa y por medio de su obediencia hoy tengo vida; gracias por tu Santo Espíritu que ha sido derramado en mi vida, te pido en el nombre de Jesucristo, que me ayudes a ser obediente a tus mandatos para obtener así las bendiciones que has preparado para tus hijos e hijas; gracias amado Padre porque me has hablado a través de este devocional, te pido que cada palabra sea sembrada en mi corazón y que germine, crezca y dé fruto al ciento por uno, amén.