La obediencia.Muestra

Consecuencias de la desobediencia: separación de Dios.

 Todos conocemos la historia de Adán y Eva; se nos ha relatado que por un acto de desobediencia, impregnado por el mal de satanás que trajo la tentación y logró influenciar en la mujer, vino la separación del hombre de Dios, que fuimos expulsado de la presencia de nuestro Creador y se nos castigó severamente por desobedecer el mandato de no comer del único árbol que era prohibido.

 Somos grandemente bendecidos cada día pero lastimosamente nuestra humanidad nos lleva a codiciar aquello que se nos prohíbe; basta que nos digan que no podemos hacer algo para que inmediatamente venga a nuestra mente el cuestionamiento de porque no podemos hacerlo; a Adán se le explicó la consecuencia de su acto, sin embargo decidió escuchar la voz de su mujer en vez de la voz de Dios el cual solo deseaba ser obedecido y  a causa de esa desobediencia tuvo que actuar y castigar a la humanidad.

 No sé si te suena conocido: Dios nos dice que no hagamos o que hagamos algo, pero comenzamos a buscar en nuestro razonamiento la justificación para llevarle la contraria a sabiendas de que Dios escudriña nuestra mente y nuestro corazón y que paga a cada uno conforme a sus obras; si no lo logramos entonces buscamos a una persona a la cual podamos culpar por desobedecer y luego nos escudamos en que fuimos influenciados por esa persona para hacer lo malo; no se si te suena conocido pero a mi si porque a diario lo vivo.

 Al final depende de nosotros si obedecemos o no y demos entender que las consecuencias vendrán sobre nosotros, no sobre los demás; te invito a que juntos elevemos una oración ante Dios para que nos ayude a ser obedientes: amado Padre, sabemos que deseas lo mejor para cada uno de nosotros porque cada uno de tus planes es de bienestar, prosperidad y bendición; sabemos también que es por nuestra debilidad que caemos en la desobediencia y por eso te pedimos, en el nombre de Jesucristo, que nos ayudes a ser obedientes a tu voz, que tu Santo Espíritu nos guíe cada día por las sendas que a ti te agradan, amén.