Superando al monstruo del dolorMuestra

Deja que otros te ayuden

Debemos aprender a pedir ayuda cuando estamos atravesando un duelo. Al principio puede resultar incómodo, pero sigue haciéndolo y te sentirás cómodo con ello. Hay personas a tu alrededor esperando que les pidas ayuda, que encuentran alegría y satisfacción en servir. Aprovecha los recursos de tu iglesia, los programas comunitarios, los grupos de apoyo e Internet. Recuerda, en todo esto, ¡que eres humano! ¡Dios obra! Está lleno de compasión por ti. 

Junto con la conmoción y la agitación emocional de la pérdida repentina, a menudo se produce una especie de parálisis en la que las tareas cotidianas, como la preparación de las comidas, las operaciones bancarias, el papeleo legal, la correspondencia con el seguro, el pago de las facturas, la compra de mercado y la limpieza de la casa, son casi imposibles de realizar. La sola idea de tener que tomar cualquier tipo de decisión puede hacer que la mente del afectado se apague. Ahí es donde los amigos, la familia y los compañeros de trabajo pueden literalmente salvar el día. Ofrecer comidas en recipientes desechables, cuidar de las mascotas, lavar la ropa, escribir notas de agradecimiento, cortar el césped (e incluso contestar el teléfono) puede contribuir en gran medida a aliviar la carga de un alma en pena.

No puedes ser todo para todos. Recuerda que tú mismo tienes necesidades legítimas, ¡y es un error ser demasiado orgulloso para pedir ayuda! Así que busca la ayuda de Dios a través de la oración, la meditación de Su Palabra y la obediencia a la guía de Su Espíritu Santo. Sin embargo, si tu duelo sigue siendo un problema continuo, no hay que avergonzarse de buscar ayuda profesional.