Superando al monstruo del dolorMuestra

Tu pérdida es real  

Está bien preguntar: "¿Por qué?". A veces, incluso el cristiano más experimentado lucha con dudas y preguntas. Tomás lo hizo, antes de ver a Jesús resucitado. La verdad es que Dios no piensa como nosotros. Él ve el cuadro completo y trabaja hacia un fin específico. Cuando te encuentres dudando y cuestionando a Dios, ora: "Señor, creer no es fácil cuando estoy herido y confundido y Tú estás en silencio. Como Tomás, quiero pruebas de que me amas. Ayúdame a ver más allá de mi deseo de paz y consuelo, de mis dudas y preguntas sin respuesta y a comprender la verdad de tu amor y gracia incondicionales."

Sé sincero con Dios. Bajo estrés, la ráfaga de emociones negativas puede ser abrumadora; a menos que descargues tu alma ante Dios, acabarás estallando contra las personas equivocadas. 

El salmista se refiere a esto, diciendo: "...Ábrele tu corazón cuando estés ante Él. ¡Dios es nuestro refugio!" (Salmo 62:8 NVI). No es coincidencia que muchos de los Salmos comiencen con el salmista clamando a Dios por ayuda y terminen alegrándose por haber desahogado sus frustraciones reprimidas.

Por último, cuando estás demasiado solo, pierdes la perspectiva. Si el enemigo puede aislarte, puede influir en ti. Asegúrate de rodearte de quienes te hagan las preguntas difíciles y estén ahí para escucharte sin ataduras. Ellos te darán una base y algo de perspectiva, cuando el dolor parezca demasiado para soportarlo.