[Serie El amor de Dios por nosotros] Cómo enfrentar la muerte y la pérdidaMuestra

Vivirán, porque yo vivo

Antes de su muerte, Jesús les prometió a sus discípulos que les enviaría al Espíritu Santo. Eran muchas las riquezas espirituales que Jesús había enseñado a sus discípulos y que empezarían a hacerse realidad a partir de la cruz. Era necesario que Jesús se ofreciera como sacrificio vivo y santo para comenzar una nueva manera de hacer las cosas en lo espiritual, aquí en la tierra. 

Los discípulos no lo entendieron. Pero Jesús se los dijo, se los explicó. Ya entenderían cuando las cosas comenzaran a suceder. Jesús tenía que dejarlos, porque estaba en un cuerpo físico que iba a ser entregado como sacrificio, pero enviaría al Espíritu de verdad quien ya no se iría, sino que permanecería para siempre con quienes creyesen. Los del mundo no lo recibirían, pero los que lo conocieren, sería diferente. Este Espíritu estaría «con» y «en» ellos; con los que lo conocen y en los que lo conocen. Por eso ya no tenemos que buscarlo, está con nosotros. Ya no tenemos que sentirnos solos, porque está en nosotros. Porque Jesús cumplió su promesa, envió al Espíritu Santo, lo vemos expresado en Hechos 2 cuando descendió sobre los 120 que estaban esperando en oración en el lugar alto; también en Hechos 10 con la familia de Cornelio; pero también Pablo nos lleva a reflexionar si no sabemos que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, puesto que es evidente que todo aquel que cree se convirtió en ese templo vivo del Espíritu Santo. 

No estás solo. Jesús cumplió su promesa y quedó registrado para que supiéramos que ya no estamos solos. Sino que el Espíritu de Dios está en nosotros y con nosotros, no solamente para fortalecernos en momentos de angustia y dolor que todos atravesamos, sino que entendiéramos que se trata de lo espiritual y eterno. Que el cuerpo físico es temporal y tarde o temprano termina. Pero lo eterno, la vida que da Cristo, permanece para siempre. Él nos dio vida, la verdadera vida, cuando estábamos muertos espiritualmente, viviendo en un cuerpo con un espíritu sin vida. Pero Cristo, nos dio la verdadera vida. El Padre nos colocó en el reino de su amado Hijo, no solo para que seamos servidos, sino para que gobernemos con amor y generosidad, mostrando al mundo quién es nuestro Señor. Que vean en nosotros a Cristo. Entonces entiendan que lo material es temporal, pero la vida de Dios es eterna. 

Palabra de confianza de parte de Dios

No los voy a dejar huérfanos; volveré para estar con ustedes.