Mateo: El evangelio del ReinoMuestra

¿CUÁL ES EL DESAFÍO PERMANENTE DE MATEO?

El desafío permanente, según Mateo, acompaña al mensaje esencial, y es: “Arrepiéntanse”. En torno a esto, debemos notar tres cuestiones.

1.  Notemos el significado fundamental: consideración. “Arrepiéntanse” (gr. metanoeite) no significa sentir remordimiento o pena por algo. Para entender el significado fundamental del término es necesario hacer una doble consideración. Por un lado, debemos entender su significado bíblico. En el Antiguo Testamento, la palabra arrepentimiento (he. shuv) significa “dar vuelta,” “retornar” o “volver”. Esto es algo más que cambiar de idea; es una reorientación total de la vida y la personalidad, que incluye la adopción de una nueva línea ética de conducta, un olvido del pecado, un renunciamiento a su práctica y un volverse a la justicia.
Este fue el desafío fundamental y permanente de los profetas.
En el Nuevo Testamento, el requerimiento profético de que el arrepentimiento sea sincero es profundizado y establecido como condición indispensable para entrar al Reino de Dios. El verbo gr. metanoéō significa literalmente un cambio de mente, pero su uso involucra la reorientación total de la personalidad, es decir, es una conversión de vida (arrepentirse, cambiar de actitud, dejar el pecado, cambiar la manera de vivir). Es en este sentido que arrepentimiento no es lo mismo que remordimiento.
Por otro lado, debemos entender su significado teológico. Hay dos aspectos a tomar en cuenta cuando hablamos de arrepentimiento: uno negativo y el otro positivo. El lado negativo del arrepentimiento corresponde al pasado y supone la constatación de una situación anormal, de un camino errado o de un estado pecaminoso. La persona que se arrepiente reconoce que erró el camino. Lamenta y admite su error, y detesta su pecado, al que concibe como dañino y destructivo. El lado positivo del arrepentimiento se orienta hacia el porvenir, y le abre al pecador un camino nuevo. Para entrar a este camino, el pecador deberá dirigir sus pasos pagando el precio de la conversión, esto es, del retorno, de volverse a Dios. Conversión o darse vuelta equivale, para quien reconoce el error cometido y los peligros de una falsa situación, a entrar por un movimiento de todo el ser, a una situación nueva y justa. El arrepentimiento involucra, por lo tanto, una confesión y abandono del pecado, como también la determinación y comienzo de una nueva vida.

2.  Notemos la consecuencia inevitable: convicción. La consecuencia lógica de asumir el arrepentimiento será la convicción de pecado y el consiguiente sentimiento de dolor y pesar. Si bien la palabra no encierra etimológicamente estas ideas, las mismas son el corolario inevitable de quien experimenta el arrepentimiento de sus pecados.

3.  La actividad resultante: conversión. No debemos confundir conversión con regeneración. Esta es el acto redentor de Dios a través de la operación del Espíritu Santo. Conversión es el acto del ser humano a través de su entrega confiada a Cristo. Conversión es ese acto de abandono de la rebelión, que resulta de la convicción de pecado que sigue al arrepentimiento como reconsideración de la vida toda. Pero la conversión debe ser una vuelta a Cristo para confiarle a Él toda la vida.
Una persona puede considerarse pecadora y procurar salir de su pecado, para terminar por entrar en cualquier otro reino (especialmente religioso, filosófico, ideológico o psicológico), que en el Reino de Dios. El desafío permanente de Mateo es arrepentimiento, pero en relación con el Reino de Dios que “está cerca” y está abierto a todas las personas, a través de la obra de Cristo.