Mateo: El evangelio del ReinoMuestra

¿QUIÉNES FUERON SUS PRIMEROS LECTORES?

Ireneo de Lión afirma que: “Mateo publicó un evangelio escrito para los hebreos en su propia lengua”. Eusebio de Cesarea señala que “Mateo había comenzado predicando a los hebreos; y cuando se decidió a ir también a otros, puso por escrito su propio evangelio en su lengua nativa [arameo], de manera que, para aquellos con quienes él ya no estaba presente, la brecha dejada por su partida fuese llenada por lo que escribió”. Además, Eusebio cita a Panteno, quien afirma que encontró que Mateo lo había precedido en su llegada a la India como misionero, y que se preservaba allí “en letras hebreas,” habiendo sido llevado por el apóstol Bartolomé. Finalmente, Orígenes de Alejandría coincide con esta tradición de que Mateo compuso su evangelio en letras hebreas. Parece ser, pues, que los primeros lectores de Mateo fueron judeocristianos, probablemente en Palestina. La duda es si se trata del evangelio como lo conocemos hoy (en griego), de dichos de Jesús reunidos por Mateo (gr. ta logía), o de material propio que Mateo (al igual que Lucas) tomó de una fuente escrita anterior, que los eruditos designan con el nombre de Q.

Parece evidente el matiz fuertemente judío de este evangelio. Su relato del nacimiento de Jesús se centra en torno a su ascendencia davídica; el Reino es llamado “reino de los cielos” (el plural es semítico: he. shāmayim); el Sermón de la Montaña y el capítulo 23 parecen tener como blanco a los fariseos; las antítesis en la enseñanza de Jesús generalmente van contra las enseñanzas de los judíos; Mateo retiene la orden a los discípulos de “no ir a los gentiles” y el Hijo del hombre debe ir primero a las ciudades de Israel antes que lleguen sus discípulos.

Sin embargo, por otro lado, Mateo concluye con una nota fuertemente universalista y ve a los judíos como quienes han perdido su derecho al Reino, que ahora es dado a “un pueblo que produzca los frutos del reino”, y ese pueblo es la iglesia.

Así y todo, el evangelio está relacionado con el judaísmo, por lo menos de dos maneras. Por un lado, entiende la fe y la vida cristianas no como una nueva religión, sino como una reconfiguración de Israel, donde los postreros llegan a ser los primeros; una comunidad mesiánica que es la verdadera heredera del Antiguo Testamento y que, después de la exaltación de Jesús, contiene también a los gentiles. Por otro lado, sus raíces están en el judaísmo, pero según la recreación hecha por Jesús, el Maestro de una nueva escuela (no la sinagoga), cuyos métodos de enseñanza y estudio son aplicados a una nueva causa.