No Ver El MalMuestra

Cuando era alumno de primer año en la universidad, asistí a servicios en el campus que fueron organizados por una organización cristiana.

No tengo idea de por qué fuí. En ese momento, estaba tan lejos de Dios como una persona puede estar. Estoy bastante seguro de que había una chica que me gustaba y que íba, y ella fue la razón por la que estuve allí.

Sin embargo, con el tiempo, Dios comenzó a abrir mis ojos a mi propio pecado y a cuán lejos de Él estaba realmente. Me abrí a un par de alumnos de último año que eran líderes de esta organización, pero todo lo que obtuve fueron respuestas típicas que realmente no me ayudaron.

Un día, una chica llamada Cindy se me acercó y me dijo: "No te conozco ni sé qué está pasando en tu vida. Pero desde la primera vez que te vi, Dios puso en mi corazónel orar por ti. Y quiero que sepas que si alguna vez necesitas alguien con quien hablar, estoy aquí".

Asombroso. ¡Eso fue diferente! Esta sola conversación resultó ser la cosa que Dios usó para atraerme a Él. Todo comenzó con una chica que estaba dispuesta a pensar en alguien más aparte de ella.

De la misma manera, el apóstol Pablo fue uno de los seres humanos más desinteresados de los que hayas oído hablar. Él dijo esto:

Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo (Gálatas 6:2 NVI).

En otras palabras, no solo pienses en ti mismo. Abre los ojos para ver por lo que están pasando las personas que te rodean y busca formas de ayudar, animar y apoyar.

Hoy, pídele a Dios que ponga a alguien en tu corazón para que ores de la misma manera en la que Cindy oró por mí. ¡Luego realmente ora por ellos!