La canción más fuerte: Escuchar la esperanza en medio del dolor, la ansiedad, la pena, la duda y el lamentoMuestra

Moisés fue un hombre atormentado por el dolor emocional, por no decir físico. Vivía en conflicto entre sus dos identidades—su profunda y familiar conexión con los israelitas y su profunda conexión emocional con el faraón egipcio que, aunque era malvado, lo había adoptado. 

Todo eso cambió el día en que Moisés se encontró con Dios en la zarza ardiente. 

Es difícil imaginar cómo hubiera sido conocer a Dios en ese momento metafísico y milagroso. Pero sabemos que tuvo que haber sido intenso. 

Moisés había huido después de matar a un egipcio, así que estaba literal y emocionalmente en un desierto—lejos de su pueblo. Y justo ahí, en medio de su propio desierto espiritual y físico, se manifestó Dios. 

Al leer la escritura de hoy en Éxodo, fíjate en cuántas veces se menciona algo sobre “ver” o “vista”. Luego, presta atención a algunos de los sentidos que no son notorios. En este momento entre Dios y Moisés, aprendemos que Dios ve, escucha, y se manifiesta cuando más lo necesitamos. Aquí hay algunas cosas que este momento nos enseña: 

• Dios tiene dominio y majestad sobre las cosas de esta Tierra - no solo la zarza ardiente, sino sobre toda la creación, todo el caos e incluso sobre nuestros cuerpos físicos. 
• La gloria de Dios es como un fuego que nos refina y consuela con calor. En nuestro dolor podemos experimentar Su gloria. 
• La zarza ardiente es una metáfora, así como la zarza, aunque sufrimos no nos consumiremos. 
• Tenemos un Dios que ve, escucha, habla, un Dios que viene y se manifiesta. 

Al leer la escritura de hoy, recuerda que, aunque esta prueba parezca imposible, el estandarte de Dios sobre ti es amor. Él se manifiesta en tu desierto con una invitación abierta a Su mesa. Él te ve. Él te escucha. Él está cerca.