Dios, ¿dónde estás? Con John BevereEjemplo

Dolores del Crecimiento

La vida cristiana tiene paralelos con la manera como los niños crecen.

Cuando tuve mi primera experiencia espiritual en el desierto, fue como la de un infante espiritual. En ese entonces tuve como frente a mis ojos un ejemplo natural en la vida de mi hijo Adisson, quién en ese entonces tenía cerca de 18 meses de edad.

Lisa era una gran madre, así es que cuando Adisson lloriqueaba, ella estaba allí para cuidar de él. Instantáneamente él estaría en sus brazos, disfrutando de sustento y consuelo al ser amamantado por ella.

Pero Addison, como cualquier niño, necesitaba crecer y madurar. Con todos nuestros muchachos, tenemos cuatro, llegó el día cuando ellos tenían que alimentarse por si mismos. ¡Y que desorden! Estoy seguro que sabes a lo que me refiero. Ellos tratan de comer, y la mitad de la comida está tirada sobre la silla alta y el suelo.

Durante esta etapa, los niños se frustran con los padres porque ellos no los alimentan a cucharadas como lo hacían en el pasado. Ellos se quejan y lloran mientras tú tratas de ser un padre responsable. Mientras nuestros hijos estaban lanzando comida por todas partes, nosotros queríamos acudir y tomar control, sin embargo sabíamos que esto impediría su progreso. Estabamos permitiendo que nuestros muchachos crecieran. Ciertamente no queríamos terminar dándole de comer en la boca a uno de ellos cuando fueran adultos.

Cuando los bebés crecen, el nivel de asistencia que ellos reciben cambia para así fomentar crecimiento y desarrollo. Dios hace lo mismo con nosotros para que podamos desarrollar y madurar espiritualmente. Cuando somos recién nacidos espiritualmente y llenos con Su Espíritu, por una época Él se manifiesta cada vez que lloramos. Pero después, cuando el tiempo pasa, y ojalá que queriendo alimentarnos más que de leche (Hebreos 5:12), a fin de que nos ayude a crecer y madurar, permite que pasemos por tiempos en los que Él no responde instantáneamente a cada una de nuestras llamadas.

Cuando el Señor me ayudó a entender que crecer en madurez espiritual era algo como el proceso de cada persona debe experimentar de la niñez a la edad adulta, me hice más reflexivo y me pregunté: ¿He estado equivocado? ¿Estoy pasando por un castigo del Señor? ¿Es posible que haya sido dirigido al desierto para aprender algo? ¿Será para ayudarme a crecer de tal manera que me equipe mejor para servir y seguir a Jesus?

La verdad es que no estás pasando solamente por una temporada desértica, sino que también tú estás creciendo a través de ella.