Una Iglesia Feliz y SaludableMuestra

Responsabilidad: Restáurense unos a otros Cuando Adán y Eva cometieron el primer pecado contra Dios, se escondieron al oír que él se acercaba. Si usted los hubiera visto agazapados entre los arbustos, ¿se habría reído de ellos? Probablemente no, porque sabe exactamente lo que estaban sintiendo; porque usted también lo ha sentido: vergüenza, miedo, racionalización y acusaciones mutuas. Cuando usted se entera de que alguien de su familia o de la iglesia ha sido rebelde, ¿lo desprecia por eso? Espero que no; usted también se ha rebelado bastante, no juzgue a otros pecadores, restáurelos. La Biblia dice: “si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6:1). La iglesia es una red de apoyo para usted; y también es un equipo de búsqueda y rescate, y usted hace parte de él. Usted tiene no solo el permiso de Dios para hablar en nombre de él, también tiene su mandato y su ruego para que lo haga. Cuando el pecado continuo y habitual se apodere de la vida de las personas y destruya su relación con Dios, no les vuelva la espalda; no las condene, no se ría, no se sienta superior. No permita que la gente se esconda de su Salvador. Solo en Jesús podrán encontrar las personas alivio para la culpa que hay en su alma.