No me gusta su actitudMuestra

¿Por qué así?

Dios, en un equipo siempre pone a un “Simón socialista” y un “Mateo capitalista”..., ¿para qué? Para formarnos. Sin embargo, algunos se convierten en barro duro e inservible. Otros deciden alejarse, sacar de su vida a esas personas o se van de la iglesia a buscar ¡una perfección que no existe!; su fin es como el de una vasija desportillada: linda, pero no retiene agua. Solo unos permiten que Dios los confronte por medio de los demás: esas vasijas toman mejor forma cada día hasta que no solo son finas, ¡también útiles! Es la misma greda, ¿cuál es la diferencia?: ¡se dejaron dar forma por las manos de Dios!

Si nos disgusta la actitud de alguien, pensemos que el Señor lo puso para desenmascararnos. Esa confrontación no siempre es en sentido vertical, es decir, viene de alguien “mayor”; el Reino de Dios no funciona así. Por eso, la Biblia dice que los pastores de este mundo tratan a su iglesia con prepotencia, y los líderes hacen alarde de su autoridad frente a las ovejas, pero entre nosotros debe ser diferente: Dios usa a todos para confrontarnos los unos con los otros. El problema no son las personas, sino que leemos mal su actitud. Así nos pasó con un predicador que invitamos a la iglesia: no nos gustó y tampoco le caímos bien, pero Dios nos dijo: «lo juzgaron equivocadamente; vuelvan a traerlo». En esa oportunidad lo recibimos diferente y ¡cambiamos la perspectiva mutua!