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La gran aventura de confiar en DiosMuestra

La gran aventura de confiar en Dios

DÍA 3 DE 8

Solo Dios es digno de confianza

Incluso aquellos a quienes amamos, aquellos que morirían por nosotros, son capaces de decepcionarnos. No lo harían de manera deliberada, pero su naturaleza está manchada con el pecado. Es por ello que, aunque todos tenemos una necesidad inmensa de confiar, necesariamente somos sospechosos. 

Una estación de gasolina en el estado de Carolina del Norte en Estados Unidos, tiene un letrero sobre la puerta que dice: «Solo confiamos en Dios, todos los demás deben pagar en efectivo». Creo que hay mucho de verdad teológica en ese letrero. Puede que el propietario de esa estación no esté familiarizado con el libro de Proverbios, pero me imagino que habrá tenido muchas experiencias que le han demostrado lo poco confiable que es la naturaleza humana. El hombre que confía en otros hombres saldrá decepcionado (o se quedará con un cheque sin fondos). Solo Dios es digno de confianza. Confíe en Dios y ame a los hombres. 

Nunca confíes en ti mismo, dice el escritor de Proverbios. Encuentro esto un poco difícil de llevar a cabo, pues siempre he tenido gran confianza en mí mismo. Por el contrario, continúa el escritor, debemos confiar en Dios. Deseamos hacerlo, pero cada día que pasa nos damos cuenta de lo difícil que es.

Hace años, cuando Dios invadió mi vida le respondí diciéndole que confiaría en Él plenamente. Era una declaración muy importante aunque no del todo cierta. Lo que realmente estaba diciendo era: «Voy a confiar en ti, pero también voy a confiar en mí mismo». Al examinar hoy ese compromiso, me doy cuenta que en aquella época no era capaz de confiar totalmente en Dios. Tenía demasiados motivos arraigados que me obligaban a confiar en mí también. 

Debemos aprender a confiar en Dios. La confianza no es un don, como la fe. Es algo que se aprende. Así como aprendemos a desconfiar de la naturaleza humana cuando las personas nos decepcionan, o a no confiar totalmente en un equipo o incluso a desconfiar en nuestro propio raciocinio cuando con dolor nos damos cuenta que este también nos puede defraudar, igualmente debemos aprender a confiar en Dios. 

Decir que vamos a confiar en Dios es como si un hombre de 40 años con una vida sedentaria decidiera correr la maratón de Boston después de una semana de entrenamiento. Ese hombre podrá desear fervientemente correr la maratón y tal vez, puesto que su propia mente lo tiene engañado, crea que es capaz de hacerlo. Pero hasta que su cuerpo o atraviese por varios cambios jamás lo logrará. Podrá comenzar, pero difícilmente completará el primer kilómetro y nunca terminará. Sencillamente sus piernas, sus pulmones y su corazón no aguantarían. Tendría que comenzar un período de entrenamiento, rebajar 60 libras, acondicionar sus músculos, aprender a respirar correctamente, cambiar sus hábitos alimenticios, conseguir la ropa y el calzado adecuados, correr todos los días y entrenar, entrenar y entrenar.

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Acerca de este Plan

La gran aventura de confiar en Dios

Debemos tener presente que aunque la vida se base en el factor confianza, no podemos confiar en la confianza. Nos decepcionaremos y tal vez saldremos heridos. Hemos aprendido a no confiar en la publicidad, pues los anunciantes que tienen intereses creados, nos mentirían con tal de que comprásemos sus productos. ¿Cómo confiaremos en Dios?

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Nos gustaría agradecer a Bernie May de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://theseedcompany.org y https://elcentronetwork.com