Al Unico Dios Sea La Gloria Y MajestadMuestra

¡Amén! 

Palabra con que Judas cierra esta extraordinaria doxología. Esta palabra procede de un vocablo hebreo que indica «en verdad», «ciertamente»; pronunciado «āmēn»; en algunos contextos también significa «así sea», «así es», y se utiliza como una declaración de confirmación y de afirmación, pues implica igualmente, «hecho está».

La raíz de esta palabra indica firmeza y seguridad, y en hebreo, coincide con la raíz de la palabra «fe». Es una palabra de confianza, una palabra de fe, por lo tanto, todo el que con certeza dice: «amén», se apropia de todo lo que ha orado en el espíritu y con entendimiento. 

Todo lo cual es propio del verdadero Dios, quien a la vez es eterno en el pasado y perdurable en el futuro, es porque se nos invita a reconocer y honrar la gloria presente y eterna de Dios y del Cordero. 

Por lo tanto, puesto que Cristo está investido de omnisciencia, no encontraremos defecto en sus obras, pues sus caminos son justos y verdaderos, todo lo podemos confiar absolutamente a Él, poniéndonos nosotros mismos y todos nuestros asuntos en sus manos.

Oro que, con firme determinación y solemne devoción, nos dediquemos a orar con entendimiento de las verdades que el apóstol Judas, nos comparte en esta porción de las Escrituras. Reconozcamos que el Dios de gracia que nos llamó a su gloria eterna, también es poderoso para guardarnos victoriosos hasta el final de nuestros días. 

Unámonos a esta hermosa adoración y exaltación que hace al Dios maravilloso, poderoso, eterno, quien nos amó y su mayor expresión hacia nosotros es su hijo Jesucristo. Reconocemos su majestad y su poder.