Cuénteme un CuentoMuestra

HISTORIA #1: La discusión Pídales a unos padres que hagan la lista de las cosas que hacen más difícil la crianza, y verá que una de las principales es “insolencia”. Mi padre solía llamarla “mala contestación”. “‘No, padre Abraham; pero si alguno de los muertos va a ellos, se arrepentirán” (Lucas 16:30). ¿Cuántas veces ha discutido usted con Dios? ¿Cuántas veces se ha irritado por lo angosto del camino? Tal vez no le guste tener que esperar. Tal vez piense que su sufrimiento ha ido demasiado lejos. Tal vez ha tenido suficientes dificultades y está listo para un poco de placer. Tal vez ya ha tenido bastante de la magnífica disciplina de la pobreza y está listo para cambiarla por los desafíos de la riqueza. “¡No, padre Abraham!” Tal vez se acobarda al tener que confesar que es “un pobre y miserable pecador”. Tal vez a usted no le gusta que Jesús diga que él es el único camino a Dios, lo que implica que el islam, el hinduismo, el zen y la cienciología son callejones espirituales sin salida. “¡No, padre Abraham!” Tal vez usted está cansado de ser soltero y está intrigado por la emoción de tomar el atajo para tener a alguien con quien dormir. Tal vez está cansado de un matrimonio que se ha vuelto difícil y frustrante y piensa que se merece algo mejor. “¡No, padre Abraham!” El corazón de Dios está lleno de amor, su mente ha trazado grandes planes, y su Palabra le dice la verdad. No discuta con él. Practique conmigo: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.