Cuénteme un CuentoMuestra

HISTORIA #1: La Palabra Creo que sé por qué tantas personas subestiman el poder de la Palabra de Dios, la Biblia. El señor Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra “disfrazado” como uno de nosotros, anduvo en humildad, sufrió mucho abuso, y murió en vergüenza. Y sin embargo, es por sus heridas que somos curados. De la misma manera, parece que la Biblia es mucho de poco; consiste en solo palabras escritas en unas páginas. Hablar, como todos sabemos, es barato. Parece que la Biblia tiene una serie de autores humanos; a primera vista no se ve como Palabra de Dios sino como una colección de opiniones humanas. Jesús sabe que Dios supervisó todo el contenido, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y garantiza su mensaje. Dios sobrealimentó sus palabras con la presencia y el poder del Espíritu Santo. Por eso, leer o escuchar la Biblia es escuchar la voz de Dios mismo. Jesús piensa que la Biblia es suficiente; cree que si la Biblia no lleva a la gente a la fe, nada lo hará. El rico respondió: “‘Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”. Abraham le dijo: “A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!” (Lucas 16:27-29). San Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Ese poder es para usted, para crear y sostener la fe en usted. El evangelio puede hacerlo sabio para la salvación (2 Timoteo 3:15) uniéndolo por la fe a Cristo y a su maravilloso don del perdón.