»Sus caballos y sus jinetes vienen galopando desde muy lejos; son más veloces que los leopardos y más feroces que los lobos nocturnos; se lanzan sobre sus enemigos como el águila sobre su presa. A su paso lo destruyen todo; a su paso siembran el terror, y los prisioneros que toman son tantos como la arena del mar. »Se ríen de reyes y gobernantes, se burlan de sus murallas, y construyen rampas de arena para conquistar sus ciudades. Son como un viento violento que llega, golpea y se va; pero son culpables de un gran pecado: no tienen más dios que su fuerza». Yo, Habacuc, digo: Dios de Israel, tú eres un Dios santo; siempre has existido, y no nos dejarás morir porque eres nuestro refugio; sé que usarás a Babilonia solo para castigar a tu pueblo. Tú no soportas la maldad, ni aceptas el pecado. No te quedes callado ni permitas que los malvados maten a quienes somos buenos. Tú nos tratas como si fuéramos simples peces del mar; como si fuéramos reptiles, que no tienen quién los dirija.
Leer Habacuc 1
Compartir
Comparar todas las versiones: Habacuc 1:8-14
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos