Sus caballos son más veloces que leopardos, más feroces que lobos nocturnos. Su caballería se lanza a todo galope; sus jinetes vienen de muy lejos. Vuelan como águilas que se lanzan dispuestas a devorar. Todos vienen para hacer violencia; avanzan sus hordas como el viento del desierto, hacen prisioneros como quien recoge arena. Ridiculizan a los reyes, se burlan de los gobernantes; se ríen de toda ciudad amurallada, pues construyen rampas y la toman. Son un viento que a su paso arrasa todo; su pecado es hacer de su fuerza un dios». ¿No eres tú, SEÑOR, desde la eternidad? ¡Tú, mi Dios, mi santo, no morirás! Tú, SEÑOR, los has puesto para hacer justicia; tú, mi Roca, los has puesto para ejecutar tu castigo. Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar la opresión. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los malvados se tragan a los más justos que ellos? Has hecho a los hombres como peces del mar, como reptiles que no tienen jefe.
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