Obtener la appDevocional: El esconditeMuestra
En tranquilidad y confianza
Somos rápidas, con la cara roja, sin parar. Somos mujeres, somos mamás. Las que crían humanos diminutos. Hacemos lo que creemos que se espera de nosotros. Si nos sentamos con una mota de polvo a la vista o un solo plato sucio en el fregadero, dejamos que esas pequeñas voces en nuestra cabeza se burlen de nosotros para que no descansemos.
En Isaías 30, Dios está hablando a los hijos de Judá. Son necios y rebeldes. Están buscando aprobación en otros lugares y se alejan de Dios en su propio temor. Dios los llama de vuelta a sí mismos. Aprenden la lección de la confianza. Una lección que todavía es tan difícil de aprender para los hijos de Dios. Lucho con la confianza a diario, porque me vuelvo hacia los ídolos y las personas en mi vida en busca de aprobación, tal como lo hizo Judá.
“Así dice el Señor Soberano, el Santo de Israel: ‘En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer" (Isaías 30:15 NVI).
Siento que el Señor me está diciendo esto directamente a mí, mientras me escondo detrás de mis conejitos de polvo y busco la aprobación de cuántas personas dicen que mis hijos son lindos. “Descansa en mí”, dice. Si bien no puedo tomar cinco minutos para estar con Él. “Arrepentíos de vuestra carne”, clama. Descarto mi pecado como naturaleza humana y continúo cayendo una y otra vez. "CONFÍA EN MÍ", me suplica. Mi carne no quiere tener nada que ver con eso.
Arrepentirse. Descansar. Tranquilo. Confianza. La confianza en Dios aquieta y aquieta el alma. Trae paz a una tormenta de miedo. La confianza en Dios trae descanso a nuestros planes y pone nuestra mirada en Él. Él nos llena de salvación y fortaleza.
Seguimos leyendo en Isaías 30, Dios dice que anhela mostrarnos compasión. No es solo algo que Él tiene que hacer porque Él es Dios. Incluso cuando continuamos fallándole a diario y nos escondemos detrás de nuestros miedos y polvo. Es hora de dejar a un lado nuestros ídolos del trabajo doméstico, medir o comparar. ¡Es hora de confiar verdaderamente en Aquel que nos trae un descanso reparador!
Y recuerda, descansar en Él no significa que haya ausencia de disturbios en tu vida, especialmente con esos pequeños alborotadores que estás levantando. ¡Simplemente hace que el ruido sea más glorioso!
Somos rápidas, con la cara roja, sin parar. Somos mujeres, somos mamás. Las que crían humanos diminutos. Hacemos lo que creemos que se espera de nosotros. Si nos sentamos con una mota de polvo a la vista o un solo plato sucio en el fregadero, dejamos que esas pequeñas voces en nuestra cabeza se burlen de nosotros para que no descansemos.
En Isaías 30, Dios está hablando a los hijos de Judá. Son necios y rebeldes. Están buscando aprobación en otros lugares y se alejan de Dios en su propio temor. Dios los llama de vuelta a sí mismos. Aprenden la lección de la confianza. Una lección que todavía es tan difícil de aprender para los hijos de Dios. Lucho con la confianza a diario, porque me vuelvo hacia los ídolos y las personas en mi vida en busca de aprobación, tal como lo hizo Judá.
“Así dice el Señor Soberano, el Santo de Israel: ‘En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer" (Isaías 30:15 NVI).
Siento que el Señor me está diciendo esto directamente a mí, mientras me escondo detrás de mis conejitos de polvo y busco la aprobación de cuántas personas dicen que mis hijos son lindos. “Descansa en mí”, dice. Si bien no puedo tomar cinco minutos para estar con Él. “Arrepentíos de vuestra carne”, clama. Descarto mi pecado como naturaleza humana y continúo cayendo una y otra vez. "CONFÍA EN MÍ", me suplica. Mi carne no quiere tener nada que ver con eso.
Arrepentirse. Descansar. Tranquilo. Confianza. La confianza en Dios aquieta y aquieta el alma. Trae paz a una tormenta de miedo. La confianza en Dios trae descanso a nuestros planes y pone nuestra mirada en Él. Él nos llena de salvación y fortaleza.
Seguimos leyendo en Isaías 30, Dios dice que anhela mostrarnos compasión. No es solo algo que Él tiene que hacer porque Él es Dios. Incluso cuando continuamos fallándole a diario y nos escondemos detrás de nuestros miedos y polvo. Es hora de dejar a un lado nuestros ídolos del trabajo doméstico, medir o comparar. ¡Es hora de confiar verdaderamente en Aquel que nos trae un descanso reparador!
Y recuerda, descansar en Él no significa que haya ausencia de disturbios en tu vida, especialmente con esos pequeños alborotadores que estás levantando. ¡Simplemente hace que el ruido sea más glorioso!
Escritura
Acerca de este Plan
Hay veces que, como madre, solo quieres esconderte, quizás en la despensa con una barra de chocolate, ¿cierto? Esconderte de las tormentas de la vida, del peso de las responsabilidades, del ruido, la rutina. Esconderte de las cosas por hacer, de nuestro título. Solo esconderte, a solas con Jesús, donde le escuchemos llamarnos por nuestro nombre, donde le dejemos rodearnos con Sus cánticos de victoria.
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