Devocional: El esconditeMuestra
La esperanza flota
Hace un par de años, llegué a un punto muy bajo en mi viaje como madre. Enfrentábamos algunos desafíos muy difíciles con nuestro hijo mayor. Desafíos que me costaba entender y nadie parecía darme respuestas claras. Desafíos que nos llevaron a múltiples médicos y terapias y, en medio de todo eso, la esperanza se estaba escurriéndose lentamente de mi corazón.
La esperanza se había vuelto como un bote agujereado. El agujero comenzó siendo pequeño e imperceptible. Pero a medida que pasó el tiempo, creció un poco más y más hasta que un día comenzamos a hundirnos. Hacíamos todas las cosas que pensábamos que lo arreglarían, pero todo fue en vano... como una curita húmeda que no se pega.
La esperanza es algo complicado. Realmente no notas que tiene una fuga hasta que estás completamente empapado.
Lee Hebreos 10:23-25
Verás, pensamos que podíamos manejarlo solos. Pensamos que nuestras cargas eran demasiado pesadas, demasiado desordenadas, demasiado oscuras, demasiado inconvenientes para compartirlas con alguien más.
Estábamos equivocados.
Habíamos descuidado la comunidad y nuestra esperanza comenzó a flaquear a medida que nuestras circunstancias nos diseminaba.
La esperanza necesita motivación y aliento. Sin ellos, la esperanza se hunde.
El engañador intentará hacernos creer que estamos demasiado inmersos, demasiado rotos para ser reparados. El engañador nos dirá que los demás no quieren mojarse o ensuciarse con nuestro desorden.
Pero la Verdad dice que vale la pena aferrarse a la Esperanza. Dice que la esperanza es difícil y necesita un fuerte agarre, de lo contrario nuestras manos se vuelven resbaladizas con el lodo de la vida y la dejamos ir.
La Verdad dice que la Esperanza solo se mantiene firme cuando otros resisten con nosotros.
Dios no es estoico. Él no se queda de brazos cruzados y nos ve lastimados con una cara seria y los brazos cruzados. Él es un Padre compasivo que envió a Su propio Hijo para mostrarnos lo importante que es estar CON los demás. Vivió en comunidad con doce amigos cercanos que literalmente caminaron el camino con Él.
Dios no espera que vivamos de manera diferente. Él quiere que nos aferremos a Él JUNTOS. Él sabe que satisface todas nuestras necesidades. Pero también sabe que sin el otro perderíamos el agarre de la esperanza.
Hace un par de años, llegué a un punto muy bajo en mi viaje como madre. Enfrentábamos algunos desafíos muy difíciles con nuestro hijo mayor. Desafíos que me costaba entender y nadie parecía darme respuestas claras. Desafíos que nos llevaron a múltiples médicos y terapias y, en medio de todo eso, la esperanza se estaba escurriéndose lentamente de mi corazón.
La esperanza se había vuelto como un bote agujereado. El agujero comenzó siendo pequeño e imperceptible. Pero a medida que pasó el tiempo, creció un poco más y más hasta que un día comenzamos a hundirnos. Hacíamos todas las cosas que pensábamos que lo arreglarían, pero todo fue en vano... como una curita húmeda que no se pega.
La esperanza es algo complicado. Realmente no notas que tiene una fuga hasta que estás completamente empapado.
Lee Hebreos 10:23-25
Verás, pensamos que podíamos manejarlo solos. Pensamos que nuestras cargas eran demasiado pesadas, demasiado desordenadas, demasiado oscuras, demasiado inconvenientes para compartirlas con alguien más.
Estábamos equivocados.
Habíamos descuidado la comunidad y nuestra esperanza comenzó a flaquear a medida que nuestras circunstancias nos diseminaba.
La esperanza necesita motivación y aliento. Sin ellos, la esperanza se hunde.
El engañador intentará hacernos creer que estamos demasiado inmersos, demasiado rotos para ser reparados. El engañador nos dirá que los demás no quieren mojarse o ensuciarse con nuestro desorden.
Pero la Verdad dice que vale la pena aferrarse a la Esperanza. Dice que la esperanza es difícil y necesita un fuerte agarre, de lo contrario nuestras manos se vuelven resbaladizas con el lodo de la vida y la dejamos ir.
La Verdad dice que la Esperanza solo se mantiene firme cuando otros resisten con nosotros.
Dios no es estoico. Él no se queda de brazos cruzados y nos ve lastimados con una cara seria y los brazos cruzados. Él es un Padre compasivo que envió a Su propio Hijo para mostrarnos lo importante que es estar CON los demás. Vivió en comunidad con doce amigos cercanos que literalmente caminaron el camino con Él.
Dios no espera que vivamos de manera diferente. Él quiere que nos aferremos a Él JUNTOS. Él sabe que satisface todas nuestras necesidades. Pero también sabe que sin el otro perderíamos el agarre de la esperanza.
Escritura
Acerca de este Plan
Hay veces que, como madre, solo quieres esconderte, quizás en la despensa con una barra de chocolate, ¿cierto? Esconderte de las tormentas de la vida, del peso de las responsabilidades, del ruido, la rutina. Esconderte de las cosas por hacer, de nuestro título. Solo esconderte, a solas con Jesús, donde le escuchemos llamarnos por nuestro nombre, donde le dejemos rodearnos con Sus cánticos de victoria.
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