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FE COMO Felipe

Hace unos años, iba de camino a visitar a una nueva pareja que había visitado nuestra iglesia. Era un lunes por la noche, y después de predicar tres veces el día anterior, estaba cansado y comencé a quejarme con Dios. “Esto es demasiado lejos para conducir, ¿por qué estoy perdiendo el tiempo? Estas personas no van a venir hasta aquí a nuestra iglesia”. Eventualmente llegué y tan pronto como nos sentamos, el esposo preguntó cómo podía convertirse en cristiano. Atónito, en silencio le pedí a Dios que perdonara mi actitud y que me ayudara a no desperdiciar esta oportunidad. A pesar de mi actitud lamentable antes de la visita, el hombre se hizo cristiano esa misma noche. A veces Dios nos pide que confiemos en Él incluso cuando estamos cansados ​​o no tiene sentido. La pregunta es: ¿Escucharemos?

Felipe fue un maestro y evangelista muy talentoso en los primeros días de la iglesia. Mientras viajaba y compartía la historia de Jesucristo, la gente respondía. De repente, justo en medio de grandes multitudes que venían a Cristo, Dios le pidió a Felipe que se fuera, haciendo un viaje por un camino desértico de 60 millas entre Jerusalén y Gaza. Si yo fuera Felipe, habría sido fácil cuestionar a Dios. ¿Cómo podía irse AHORA con tantas cosas sucediendo? Nadie vive en el desierto. Pero Felipe confió en Dios y se fue.

Efectivamente, se encontró con un hombre etíope muy influyente que estaba leyendo el libro de Isaías. No solo eso, sino que este hombre estaba leyendo la profecía de la muerte de Jesús en la cruz escrita más de 700 años antes de Cristo (Isaías 53). ¡Hablando de una reunión orquestada por Dios! Sintiéndose impulsado por el Espíritu Santo, Felipe se acercó al hombre y comenzó una conversación que lo llevaría a Cristo. Ese hombre se convirtió en el primer creyente africano. Hablar de significativo; incluso llegó a ser el primero en llevar el Evangelio a todo un continente. ¡Guau!

Es raro tropezar con una situación en la que alguien está tan listo para aceptar el Evangelio, pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos prestando atención? ¿Reconoceremos el empujón del Espíritu Santo para movernos, actuar y compartir? ¿O estamos demasiado enfocados en nuestras vidas individuales, nuestro horario y nuestra comodidad? Siga el ejemplo de fe audaz y obediencia de Felipe, sin importar adónde lo lleve el Espíritu Santo.