No Te PreocupesMuestra
La aflicción te disminuye o te agranda
Cuando un niño aprende a caminar, se cae varias veces pero se levanta nuevamente hasta que lo logra. El niño no tiene una identidad falsa. En cambio, cuando crecemos y caemos, solemos quedarnos en el suelo.
El apóstol Pablo mostró una buena actitud ante la adversidad. Estaba en prisión, no por cometer un crimen, sino por obedecer su llamado divino. Escribió una carta a los filipenses donde dice: “¡Regocijaos en el Señor siempre, y otra vez digo regocijaos!”. En medio de cualquier situación por la que estés pasando, puedes entender que no dependemos de las circunstancias sino de un Espíritu que nos ha sido dado. Deberíamos poder decir: “En medio de mi condición, me regocijo en el Señor”.
Pablo estaba hablando de sus experiencias en la vida. Su secreto está en Filipenses 4:11–13. Dice que puede estar pasando por una situación difícil o estar en abundancia, pero sigue siendo el mismo. Las personas a menudo cambian según los extremos en los que viven. Un extremo es positivo, que es vivir en abundancia. El otro extremo es cuando nos falta o estamos en necesidad. Sin embargo, ambos extremos revelan quiénes somos a través de nuestras reacciones. Pablo dice: “En Cristo, yo sigo siendo el mismo”. Nada nos cambia, porque todo lo podemos en Cristo que es la razón de nuestra fortaleza.
Pablo demuestra ser un verdadero apóstol al demostrar su resiliencia a través de sus cartas. Nunca presentó sus logros, sino que presentó los hechos. A través de todas las dificultades que experimentó, se mantuvo fiel a su vocación. Esta es la mayor evidencia de alguien que posee la vida del Dios verdadero: que a pesar de la adversidad, él o ella continúa sirviéndole. Las acciones hablan más que las palabras.
Pablo dijo que se preocupaba por la iglesia y sentía una carga por ella. Era el sufrimiento de los demás lo que lo agobiaba, no su propia condición. Este proceso de su vida no sólo produjo en él el conocimiento del Dios de toda consolación, sino que lo transformó en instrumento de consolación para los demás. Lo que padecía tenía sentido, porque ahora comprendía que su sufrimiento y lo que había sucedido en su vida era la preparación de Dios para capacitarlo para consolar a los demás.
Acerca de este Plan
Recordemos que Jesús mismo habló a sus discípulos diciendo: “En el mundo tendréis aflicción. ¡Pero anímate! He vencido al mundo." En general, como hijos de Dios, no estamos exentos de aflicción, problema o prueba. Tenemos una vida victoriosa, pero eso no nos impide pasar por el dolor como enseñó Pablo. Cómo reaccionamos ante las pruebas habla más fuerte que lo que predicamos.
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