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Identidad
Lo que sucede en tu vida no determina tu espíritu. La forma en que te percibes a ti mismo y las habilidades que tienes son importantes. Cuando la nación de Israel vivía en Egipto, eran un grupo fuerte de personas que conocían al verdadero Dios, pero eran esclavos. No eran físicamente poderosos, pero tenían al verdadero Dios en sus vidas. El problema era que no tenían identidad. No sabían lo que poseían.
Cuando no sabes lo que tienes, aunque tengas habilidades y dones naturales, seguirás actuando como si no lo tuvieras. Los israelitas sufrieron gran aflicción en la nación de Egipto. No pudieron salir de la situación; lo vieron demasiado grande y se vieron a sí mismos como incapaces. Cualquiera podría haberlos esclavizado porque eran esclavos en sus mentes. Tenían una actitud de derrota. La aflicción los había oprimido y les había quitado su identidad. Esto hace que el rendimiento de una persona disminuya, lo que afecta su capacidad para manifestar los dones que se le han otorgado.
En cambio, cuando tu actitud no está determinada por tus problemas, sino por la identidad que tienes como hijo de Dios, entonces lo que sucede a tu alrededor no te controla.
David era más pequeño, más débil y menos experimentado que los soldados de Saúl. Tenían entrenamiento militar y armas. Pero David tenía una identidad diferente a la de ellos. Se percibía a sí mismo de manera diferente. David tenía una enorme confianza en Dios. Vivió en el antiguo pacto, lo que significa que no se percibía a Dios; fue difícil porque la gente estaba muerta en su espíritu. Sin embargo, David tenía una característica en su vida, que era su fe. Había creído las historias del pasado cuando un profeta le había dicho que sería rey de Israel. Él lo creía. Eso produjo en David una identidad de destino, de saber que tenía un futuro y de conocer su relación con Dios. Aunque tenía menos experiencia que los demás soldados, era el único israelita que creía que podía ganar; por lo tanto, solo él podría haber derrotado al gigante.
David se vio a sí mismo como un vencedor. La realidad es que su concepción estaba basada en la verdad. La percepción de los demás se basaba en una mentira. Su problema no era físico, sino mental y espiritual: se percibían a sí mismos con una identidad incorrecta.
Escritura
Acerca de este Plan
Recordemos que Jesús mismo habló a sus discípulos diciendo: “En el mundo tendréis aflicción. ¡Pero anímate! He vencido al mundo." En general, como hijos de Dios, no estamos exentos de aflicción, problema o prueba. Tenemos una vida victoriosa, pero eso no nos impide pasar por el dolor como enseñó Pablo. Cómo reaccionamos ante las pruebas habla más fuerte que lo que predicamos.
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