La Economía Del ReinoMuestra

 LA HUMILDAD

Es por la humildad que vivimos en constante crecimiento, enriqueciéndonos de continuo, para acercarnos más y más a Dios, que nos va perfeccionando, haciéndonos a su imagen y semejanza, porque por ella vivimos en un permanente reconocimiento de nuestra necesidad, de nuestra dependencia total del Señor, que nos hace seguir fuertemente unidos a Él, permitiendo que nuestra alma se alimente continuamente de su sustancia divina.

Isaías 57:15: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”

Por eso, la Palabra del Señor nos aconseja que sólo nos asociemos con los humildes, (Romanos 12:16) porque la humildad mantiene la unidad, y sabemos que la división es causa de ruina.

Casos bien claros como el de José, traicionado por sus propios hermanos, que casi lo matan, y acabaron por venderlo como esclavo, sufriendo después la injusticia de su amo Potifar, que lo envió a la cárcel, por creer a su esposa, que le acusó de intentar violarla, todo esto lograron ponerle al punto adecuado de madurez de la humildad, en el cual Dios le exaltó hasta el máximo rango, dándole autoridad sobre todos los bienes de Faraón y de su imperio; de otra manera, probablemente, se habría endiosado, pues cuando era más joven, y ya tenía la revelación del plan de Dios para su vida, pronto lo publicó a los cuatro vientos, ofendiendo a toda su familia, haciendo tropezar a sus hermanos, que se encendieron de envidia y odio contra él. Quizá esta vanagloria juvenil habría crecido en su corazón, si prematuramente hubiera alcanzado estas alturas, llegando a perderse él y a dejar sin la bendición a todo el pueblo de Israel, ya formado por la familia de su padre, con la cual salvaron sus vidas, al no darles las provisiones de alimentos, y es posible que tampoco habría perdonado a sus hermanos, sino que se habría vengado de ellos dándoles muerte.

La humildad es otra de las llaves de oro principales, que abre todas las puertas de la capital del reino de Dios, dando acceso a todos sus tesoros y haciendo que desciendan a la tierra, pues el reino de los cielos ya está entre nosotros.

La llave de oro de la humildad abre la puerta vieja, porque de la misma manera que el orgullo de Satanás ha sido el más viejo de todos los pecados, la humildad de Dios es la más antigua de las virtudes manifestadas a su creación.

Miguel Díez