La Economía Del ReinoMuestra

EL VALOR

Pedro se jactó de estar dispuesto a morir con Cristo, cuando le llegara el martirio, pero era una valentía carnal, emocional, fruto de la presunción de su hombría, y cuando llegó la oportunidad le negó tres veces, en una sola noche, llegando a maldecir y jurar, en su cobardía. Fue más fuerte su instinto de supervivencia animal, que impulsa al hombre a salvar su vida, a cualquier precio, que su honor y fidelidad, porque le faltaba la llenura del Espíritu Santo. Lo mismo les pasó a los demás apóstoles, que también abandonaron al Señor en el momento de ser sacrificado. Pero, todos ellos, salvo el traidor Judas, después de ser llenos del poder de lo alto, experimentando el bautismo del Pentecostés, fueron capaces de recibir, en el tiempo señalado por Dios, el bautismo de fuego del martirio, sin retroceder ni un palmo y sin la más mínima queja, cantando llenos de gozo, por tener la oportunidad de recibir dicha gloria.

Yahveh de los ejércitos llamó a Gedeón para ser capitán general de los ejércitos de Israel, porque era esforzado y valiente, utilizándole para realizar hazañas gloriosas, librando con ellas al pueblo de Dios del yugo opresor de sus enemigos, que les robaban los frutos de sus trabajos y los atemorizaban de continuo.

Jueces 6:12: “Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.”

Hoy, también, el Todopoderoso busca hombres y mujeres valientes, para nombrarles capitanes de sus tropas reales y darles espléndidas victorias, sobre todos los enemigos de su santa familia.

1º Crónicas 12:21: “Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército.”

Por ser valientes y esforzados el Rey nos pondrá al cargo de su casa, como administradores de sus abundantísimos bienes. 

Valientes busca Dios para ponerles sobre todas sus cosas, como gobernantes de su pueblo, como sacerdotes de su templo, y como banqueros de sus negocios.

Con esta llave de oro de la audacia, intrepidez y valentía, abrimos la puerta de los caballos, que nos son entregados por sus jinetes, a cambio de comida para sus almas y sus cuerpos, cambiándose las tornas, como tuvieron que hacer, rendidos ante José, los caballeros de Egipto, resultando que los señores irán de pie, mientras los siervos montaremos a caballo.

Miguel Díez

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