En tiempos de crisis, alimenta tu feMuestra

Rut Ortega - Comunicación Sociedad Bíblica

Es fácil para mí depender tanto de lo que siento o cómo me siento, que a menudo tengo que esforzarme por salir de ahí y comenzar a ver más allá de mí misma. 

Entonces comienzo a observar la creación y me asombra cómo habla a mi corazón. Aunque ella misma sufre y anhela ser redimida (Romanos 8:18-23), sigue mostrando y reflejando la gloria y belleza de Dios. 

Algo entonces se mueve en mi corazón y sale una nueva canción, se renueva una esperanza que me atrae a Jesús. Puedo ir a Él una vez más, puedo verle en toda su belleza también sufriendo y escogiendo la cruz por mí. 

Recuerdo otra vez lo que Él conquistó para mí y todo lo que me da por ser su hija. Empiezo a entender que puedo disfrutarlo aquí y ahora. Solo puedo rendirme una vez más y entregarle mi dolor, mis insoportables cargas, mis dudas, mis luchas, y dejar que su presencia me envuelva, abra mis ojos a una realidad mayor que yo misma y decir como el salmista: «Si estoy contigo ya nada quiero en la tierra» (Salmos 73:25). Soy capaz de elevarme y comenzar a volar otra vez, renovada y llena de confianza. Quiero reflejar su gloria aún en los momentos sombríos. 

Es posible que pases o que estés pasando por situaciones que te dejan perpleja abrumada y entristecida, y aún así sentirte esperanzada, gozosa y con fuerza porque Él está contigo (Isaías 41:10).

Él no se ha olvidado de ti, ni de cuánto tiempo llevas esperando ni de lo dura que está siendo la tormenta. Él te ve ahora, te escucha, te defiende, es tu protector.

No depende de tus sentimientos ni de tus emociones. Él no cambia, y su amor y fidelidad por ti es inagotable e inmutable. JESÚS en verdad es nuestro Buen Pastor. Hoy puedes descansar en esta realidad. 

Oración:

«Oye, oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende. Desde el cabo de la tierra clamaré a Ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque Tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo» (Salmos 61: 1-3)