Testificar

Testificar es una de las marcas esenciales de un verdadero discípulo de Jesús. Significa ser testigos de lo que Dios ha hecho en nuestra vida y compartir esa verdad con los demás. Jesús, antes de ascender al cielo, dio un mandato claro a sus seguidores: “Id y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Testificar es una misión que cada cristiano está llamado a cumplir.

¿Por qué testificar?

- Es un mandamiento de Jesús: Jesús dijo que el que le ama guardará sus mandamientos (Juan 14:15). Si decimos que amamos a Jesús, debemos cumplir su mandato de predicar el Evangelio y hacer discípulos.

- Hemos sido transformados: Testificar surge de una vida cambiada. Los primeros discípulos testificaban de manera natural porque sus vidas habían sido radicalmente transformadas por Jesús. Era imposible para ellos quedarse callados después de haber experimentado un cambio tan profundo. Del mismo modo, si hemos sido transformados por Cristo, nuestra historia personal es una herramienta poderosa para compartir.

- Somos embajadores de Cristo: 2 Corintios 5:20 nos recuerda que somos embajadores de Cristo. Representamos su reino aquí en la tierra, y parte de nuestra responsabilidad como embajadores es compartir el mensaje de reconciliación. No es solo un privilegio, es nuestra identidad como discípulos.

- La misión de Dios es urgente: Dios tiene como prioridad reconciliar al mundo consigo mismo. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo, Su corazón ha sido alcanzar a los perdidos. Nosotros, como Sus hijos, estamos llamados a participar en esta misión. Testificar es unirnos al trabajo que Dios ya está haciendo.

¿Cómo podemos testificar?

- Compartir el Evangelio: El mensaje central de nuestra fe es que, aunque estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, Jesús vino para rescatarnos, pagó por nuestros pecados en la cruz y nos ofrece vida eterna. Compartir este mensaje, como lo hace Pablo en Efesios 2:1-10, es la base de nuestro testimonio.

- Compartir nuestro testimonio personal: Tu experiencia personal con Dios es única y poderosa. Nadie puede negar lo que Dios ha hecho en tu vida. Comparte cómo eras antes de conocer a Jesús, cómo Él te transformó, y cómo ha cambiado tu vida desde entonces. Tu testimonio puede ser el puente para que alguien más se acerque a Dios.

- Testificar con nuestras acciones: Nuestra vida debe reflejar el mensaje que proclamamos. Nuestras obras, actitudes y decisiones son una forma de testificar. La manera en que tratamos a otros, cómo perdonamos, cómo amamos a nuestros enemigos y cómo vivimos de acuerdo con los principios de Jesús son señales visibles de la transformación que Dios ha hecho en nosotros.

Posibles respuestas al testificar

Cuando compartimos el Evangelio, las personas pueden responder de diferentes maneras, como lo vemos en Hechos 17:

- Semáforo en rojo: Algunas personas rechazarán el mensaje o se burlarán de él. En estos casos, nuestra labor no es convencerlos, sino orar por ellos y estar disponibles para cuando el Espíritu Santo transforme sus corazones.

- Semáforo en ámbar: Otras personas estarán interesadas en escuchar más. Aquí es importante seguir cultivando la relación, quedando con ellos para hablar más del Evangelio y orando para que el Espíritu Santo siga obrando.

- Semáforo en verde: Algunos estarán listos para recibir a Jesús. Con estas personas, nuestro rol es guiarlas en oración, ayudarlas a dar los primeros pasos en su nueva vida con Cristo y discipularlas.

Testificar como parte de nuestra vida diaria

Testificar no es solo para los evangelistas o para ciertas personas en la iglesia; es parte del ADN de cada discípulo. Implica estar atentos a las oportunidades cotidianas para compartir el Evangelio, ya sea en conversaciones con compañeros de trabajo, en el gimnasio o en nuestra propia familia. Al levantar nuestra mirada y ver los campos listos para la cosecha, como Jesús dijo en Juan 4:35, descubrimos que Dios ya está trabajando en los corazones de las personas a nuestro alrededor. Solo necesitamos unirnos a lo que Él ya está haciendo.

Reflexión

Testificar es esencial en la vida de un discípulo. Es una responsabilidad y un privilegio. El mundo necesita escuchar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. A medida que compartimos el Evangelio con palabras, testimonios y nuestras acciones, permitimos que Dios use nuestras vidas para avanzar Su reino y transformar a otros.

Oración

Señor, gracias por el privilegio de testificar de Tu amor y poder. Dame valor para compartir el Evangelio con palabras, acciones y mi vida, y úsame para impactar y transformar a quienes me rodean. Que mi testimonio sea un reflejo de Tu obra en mí y sirva para avanzar Tu reino. Amén.