Las Bienaventuranzas: La Marca Del Ciudadano Del ReinoSample
Día 4: Hambrientos y sedientos
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados" (Mateo 5:6).
Comer y beber agua es lo más básico, lo más importante. Si no comes, te mueres. Si no bebes agua, te mueres.
Hay otra clase de hambre y sed que es aún más fundamental que la física: es el hambre y sed de justicia.
La palabra “hambre” literalmente quiere decir “ardiente deseo”. Habla de más de un deseo trivial. Es una obsesión, una pasión, algo por lo que no te vas a detener hasta que lo obtengas. Así debe ser tu necesidad por justicia. Si deseas las cosas de este mundo más de lo que deseas la justicia de Dios, no puedes heredar el Reino de Dios.
Los creyentes a los que Él les hace un transplante de corazón se conocen por una clase de hambre y sed que otros no tienen. Hay un contraste, hay un antes y un después en la vida del creyente.
Antes no tenía hambre y sed de justicia, pero ahora sí. Antes no se me antojaba leer, aprender, meditar, ahora sí. Antes no prefería la Escritura por sobre todo lo demás, ahora sí.
¿Y qué haces cuando no tienes esa hambre?
Regresas a la primera, segunda y tercera bienaventuranza. Recuerdas tu pobreza, luego lloras por tu falta de apetito, le pides a Dios que limpie tu corazón, y luego te haces humilde para no poner “peros” en tu boca. No es porque no has tenido tiempo, no es porque no le entiendes, no es porque sientes que “no te hace efecto”. Y mientras haces todo eso, Dios te hace bienaventurado(a), y experimentas la felicidad que Dios da a Sus hijos.
Justicia
Admiramos la rectitud de Dios y deseamos imitarla. Queremos ser rectos en nuestro andar, hablar y pensar. Anhelamos la rectitud por encima de todas las cosas de este mundo, deseamos que incluso los pensamientos más íntimos de nuestra mente sean rectos. El ciudadano del Reino de Dios se caracteriza por ser recto en todo lo que hace.
¿De qué tienes hambre y sed?
Porque aquello por lo que tienes hambre y sed será determinante en cómo gastas tu vida. ¿En qué inviertes toda tu energía? ¿En qué pasas todo tu tiempo? ¿A qué le dedicas las mejores partes de tu día? Si no es la justicia de Dios, entonces hay idolatría en tu corazón.
La anorexia espiritual puede quitarte el apetito por la justicia. Una persona que no se nutre de la Palabra de Dios, que no conoce a Dios ni Su voluntad, decide dejarse morir de hambre. Por otro lado, la obesidad del mundo también puede disminuir tu hambre.
Cuando solo te alimentas de comida chatarra espiritual, no puedes tener hambre y sed de justicia. Si tu fuente principal de alimentación es solo contenido de YouTube de personas que profanan el nombre de Dios y se burlan de Su existencia, o contenido chatarra que no edifica, no ayuda, ni madura tu fe; entonces siempre estarás en necesidad de verdadero alimento.
Revisa cómo administras tu tiempo, evalúa cómo usas tu dinero, examina tu relación con tu cónyuge y revisa tu vida en general para encontrar las áreas en las que Dios quiere que tengas rectitud.
Conclusión
Quiero dejarte con varias preguntas.
¿Cómo está tu apetito por la justicia? ¿Te importa llevar una vida recta? ¿Te importa el estado de tu corazón? ¿Estás anémico espiritualmente hablando? ¿Consumes mucha comida chatarra espiritual? ¿Tienes hambre y sed de justicia?
Evalúa cada pregunta seriamente y ponte a cuentas con Dios, porque según este texto, solo los que tengan esa clase de urgente hambre y sed, serán doblemente felices. Todos los demás tendrán vidas frustradas, pensando que “algo” más les traerá la felicidad que solo está reservada a los que tienen hambre y sed de justicia.
Scripture
About this Plan
En este plan devocional de 8 días, en compañía del pastor Josué Ortiz, nos sumergiremos en las profundas enseñanzas del Sermón del Monte, explorando las características que definen a los ciudadanos del reino de Dios. A través de este recorrido, descubriremos cómo estas bienaventuranzas no solo describen la esencia y personalidad de Dios, sino que también revelan la obra transformadora que Él realiza en nuestros corazones. Descubre cómo vivir como un verdadero ciudadano del Reino, experimentando la doble felicidad que Jesús promete a Sus hijos.
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