Una vida de intimidad con DiosSample
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La quietud, tu aliada
“En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza...”, Isaías 30:15 (VRV). “Mi presencia irá contigo y te daré descanso”, Éxodo 33:14 (VRV). “Esto dice el Señor: Párense en los caminos y miren, pregunten por los senderos antiguos, busquen el buen camino y sigan por él. Así encontrarán descanso para su alma”, Jeremías 6:16 (PDT). “Acepten la misión que les doy y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso”, Mateo 11:29 (PDT).
El silencio, la reflexión y la meditación en soledad son disciplinas espirituales valoradas inmensamente por un creyente efectivo y poderoso en el Señor. George Macdonald dijo: “Pocos pueden apreciar plenamente la terrible conspiración de ruido que hay a nuestro alrededor, ruido que nos niega el silencio y la soledad que necesitamos para cultivar el huerto de nuestro espíritu. No sería difícil creer que el archienemigo de Dios ha maquinado rodearnos, en todo momento concebible de nuestra vida, de los ruidos de la civilización que si no se acallan, ahogan la voz del Señor. Los que andan con Dios pueden confirmártelo: generalmente Él no grita para hacerse oír”.
Necesitamos encontrar a Dios, y a Él no se lo puede hallar en el ruido y la agitación. Dios es amigo del silencio. Cuanto más buscamos a Dios en quietud, tanto más podemos dar para Él. Para poder tocar almas necesitamos el silencio. Lo esencial no es lo que nosotros decimos, sino lo que Dios nos dice a nosotros y expresa por medio de nosotros.
A la luz del pasaje bíblico: ¿cómo describirías tu relación con Dios? ¿Cuándo fue tu último encuentro a solas con Él? ¿Puedes escuchar la voz de Dios guiándote de manera personal?
Se puede lograr más en una hora con Dios que en toda una vida sin Él. Si buscas el rostro de Dios lograrás más en menos tiempo. No desperdicies semejante oportunidad.
“Amado Señor, en la quietud de este día busco tu presencia. Sé que vivo inmerso en un mundo de ruidos, pero quiero experimentar tu descanso. Enséñame en el silencio y en la reflexión a escuchar tu voz. Necesito tu dirección. En Jesús. Amén”.
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Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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