La Palabra de Dios: ¡Vívela!Sample
Pasa por alto las ofensas
Hay cientos de historias en la Palabra de Dios que nos enseñan grandes verdades, y hasta de una misma historia podemos tomar varias enseñanzas. Esto me sucedió al leer el texto acerca del ungimiento de David como rey.
Dice la Biblia que Dios le pidió a Samuel que se levantara y saliera de camino a ungir al nuevo rey de Israel, que sería uno de los hijos de Isaí. Así lo hizo Samuel. Partió a la ciudad de Belén, conforme lo que Dios le había dicho.
Cuando el profeta encontró a Isaí y a sus hijos, primero se fijó en Eliab, su hijo mayor, porque era robusto y fuerte. Pero Dios le dijo: «No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón».
Entonces Isaí le presentó a Abinadab, pero tampoco era el que Dios había escogido. Lo mismo ocurrió con Sama, y con cada uno de los siete hijos de Isaí. Entonces el profeta le preguntó al padre de la casa si esos eran todos sus hijos. A lo que respondió: «Queda el más pequeño, pero está cuidando el rebaño». Entonces el profeta mandó a buscarlo, porque ese era el hijo a quien Dios quería ungir.
Reflexionando sobre este suceso me preguntaba: Si David era hijo, ¿por qué no estaba junto a sus otros hermanos ante la importante presencia del Profeta de Dios? Probablemente, para ese padre, cualquiera de sus hijos podría haber sido rey, menos David. Él enfrentaba un descrédito dentro de su propia familia. Isaí trató de ocultar o de evitar que David asumiera ese rol, ese futuro. Pero la Biblia nos enseña que el profeta lo manda llamar, no fue a ungirlo al campo, sino que lo hizo delante de su padre y sus hermanos.
Si yo hubiera estado en los zapatos de David, probablemente me hubiera sentido desanimado que ni mi propia familia creía en mí. Pero lo que me encanta de esta historia es que Dios nos llama a enfocarnos en lo que Él dice de nosotros. Él ve nuestro corazón y no nuestra apariencia. Debemos mantener nuestra mirada en Cristo y no en las ofensas que podemos llegar a sentir.
Llegarán días en que el Señor te ungirá en medio de aquellos que antes no creían en ti. Y podrás decir como David: «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando» (Salmo 23:5).
Medita en la Palabra de Dios, y ¡vívela!
Por Ronny Oliveira - Pastor del Ministerio Nueva Alianza en Santiago del Estero, Argentina. Nació en la ciudad de Victoria, Espíritu Santo, Brasil.
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