El Buen Pastor, inspirado en el Salmo 23Sample
Padre, encébame
Zach Neese
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Santiago 1:2–4 (NVI)
Allí estaba yo, sentado a la mesa y frente a mí, un hechicero de mirada fría. Tan solo un mes antes, me habrían temblado las rodillas, pero no hoy. De alguna manera indefinible, yo había crecido. Ahora era más grande, y no tenía miedo. ¿Qué fue lo que pasó?
Lo que pasó fue la unción.
Un par de meses antes, se me acercaron unos adolescentes de un aquelarre de brujas y hechiceros que me advirtieron que los dejara en paz. Yo solo era un pastor de jóvenes en una pequeña iglesia en las colinas de Pensilvania, pero muchos chicos se estaban salvando. Aparentemente, el diablo lo había notado, así que el aquelarre ahora estaba activamente produciendo maldiciones en mi contra.
Al principio, yo pensé que estaban bromeando, pero esto no era una broma y ellos estaban ejerciendo un poder verdadero. Yo siempre había pensado que las maldiciones no tenían efecto alguno sobre un hijo de Dios comprado por sangre, pero fallé en considerar con cuántas personas interactuaba regularmente que no estaban sometidas a Dios del todo. Hasta un cristiano que no está sometido a Dios es susceptible a la influencia demoníaca, y el aquelarre podía fácilmente tomar ventaja de esas personas para hacerme la vida difícil.
Sin previo aviso, todo el infierno se desató en mi contra. Y déjame decirte que fue aterrador. El alboroto que se desató a través de esas brujas todavía conserva el rango de una de las épocas más aterradoras que yo haya enfrentado. Y no es exageración decir que temía por mi vida.
Pero allí fue donde al diablo se le fue la mano. ¿Por qué? Porque en mi temor y desesperación, yo me acerqué más al único Defensor que tenía: Jesús. Cuando sus ovejas están en el valle de sombras de muerte, el Pastor demuestra su poder con la unción de su presencia.
En el salmo 23:5, cuando se habla del Buen Pastor ungiendo nuestra cabeza con aceite, la palabra “ungir” en hebreo es dashén, que significa: “engordar o encebar”. Para un pastor de los tiempos antiguos, una oveja grande y gorda era una oveja sana y fuerte, así que engordar a una oveja significaba hacerla más grande y más fuerte. En español podríamos decir que cuando Dios unge a una persona, Él la enceba, haciéndola mucho más fuerte de lo que era antes.
El salmista David sabía exactamente de lo que estaba hablando. Cuando el joven David entró al valle para enfrentar a Goliat, el gigante se burló de él. ¿Qué hace un mocoso vestido de pastor en un campo de batalla? Pero Goliat no sabía que el profeta Samuel había ungido recientemente a David. Esa unción había agrandado al joven pastor; encebado con la presencia de Dios. Ahora, David, un simple muchacho, era espiritualmente más grande y fuerte que Goliat, el aguerrido gigante. Imagina la sorpresa de los filisteos cuando un muchacho se acercó confiadamente a su campeón, le arrojó una roca, el gigante cayó bizco y David, tomando la espada de Goliat, le cortó la cabeza. ¿Cómo pudo suceder eso? La unción de Dios hizo a David más grande que su enemigo.
Y esa es precisamente la razón por la que yo ya no tenía miedo a los hechiceros. Después de meses de oración atravesando el valle del infierno al lado de mi Padre, yo goteaba la unción de su presencia. Esa unción me había encebado. Ahora yo era más grande y ya no tenía miedo de mi enemigo.
Hice una pequeña investigación, encontré el número de teléfono del cacique de los hechiceros y lo invité a desayunar. Imagina su sorpresa cuando este joven rubicundo abrió las puertas del comedor de par en par, pavoneándose como John Wayne, ofreciéndole al Sr. Hechicero un firme apretón de manos, y sentándose frente a él. Mientras comíamos, le pregunté al hechicero en qué creía. Escuché atentamente, hice preguntas para aclarar lo que escuchaba hasta que sentí que entendía su corazón. Cuando él terminó de hablar, hizo algo de lo que estoy seguro todavía lamenta. Miró por encima de su desayuno, se encontró con mis ojos y preguntó “Entonces, ¿en qué cree usted?”.
Así fue cuando supe que todo este caos era algo que Dios había preparado. Allí estaba yo, en el valle de sombras, sentado frente a una mesa preparada para mí en presencia de mi enemigo, y estaba lleno hasta el borde, mi copa rebosaba con la presencia de Dios. Él me había ungido para ese momento preciso, y al igual que David, yo había llegado a ser más grande que mi enemigo. Ese día, por primera vez en mi vida, le conté mi testimonio a un hechicero y lo vi intimidado mientras la comprensión humillante finalmente lo hacía entender: mi Dios era más poderoso que su brujería.
Después de esa mañana, nunca volví a ver al hechicero. Creo que ese pueblo simplemente no era lo suficientemente grande para los dos.
Es posible que estés atravesando tu propio valle en este momento. Si es así, quiero animarte con esto: la gente que atraviesa los valles con Dios recibe su unción de crecimiento. Amigo mío, no debes temerles a las sombras ni acobardarte ante los gigantes; la unción de Dios te hace más grande que tu enemigo.
ORACIÓN
Padre, te necesito hoy. Si tu sendero para mí me lleva a través de prados placenteros o a través del valle de sombras, quiero andar muy cerca de ti. Quiero estar tan cerca que la unción de tu presencia me transforme y agrande mi espíritu, desaparezca todo temor y rompa todo yugo. Contigo puedo enfrentar el día. Contigo soy más poderoso que mi enemigo. Gracias por el regalo de tu presencia hoy. En el nombre de Jesús, amén.
PARA MEDITAR
- Toma un momento para estar quieto ante el Señor. Lee y reflexiona sobre Isaías 10:27 (LBLA y NVI), y pide al Señor que te ayude a identificar cualquier carga que te esté asfixiando.
- Pide al Señor que te encebe con la unción de su presencia y que te libere de las cargas.
- Agradece al Señor por la protección de su presencia pastoral a lo largo del día.
- Pide al Señor que te llene hasta rebosar de manera que su presencia fluya a través de ti para animar y fortalecer a todas las personas con las que interactúes hoy.
Espíritu Santo, ¿qué es lo que me estás diciendo hoy?
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Salmo 23:5
About this Plan
Jesús es el Buen Pastor, quien provee todo lo que necesitamos. Este devocional de 31 días está centrado en un pasaje de la Escritura que ha sido una fuente de fortaleza, paz y consuelo: el Salmo 23. En cada día del recorrido a través de este salmo tan preciado, tendrás la oportunidad de reflexionar sobre las muchas maneras en que Jesús demuestra su amor y su bondad en nuestra vida.
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