El Buen Pastor, inspirado en el Salmo 23Sample
Disfruta el banquete
Matthew Hernández
Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: “¡Sígueme!” Y levantándose, le siguió. Y sucedió que estando Él sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. Y cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: “¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?”. Al oír Él esto, dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. Mas id, y aprended lo que significa: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Mateo 9:9–13 (LBLA)
Hace varios años, un amigo me ayudó a construir una mesa de ocho pies de largo para mi comedor. Esta estuvo en mi garaje, sin terminar, por un par de semanas hasta que un trágico día, cuando traté de moverla, las planchas que formaban la parte de arriba de la mesa se cayeron. Ya sé lo que estás pensando, y probablemente tienes razón. Afortunadamente, el abuelo de mi esposa vino a ayudarme y arregló la mesa; la cual es la misma mesa donde me siento hoy para escribir este devocional.
Esta mesa es el centro de nuestro hogar. Tiene una política absolutamente estricta que no permite teléfonos; las conversaciones que tenemos aquí con nuestra familia y los amigos más cercanos son sagradas e intencionales. Estos momentos significan tanto para nosotros que tenemos una regla en nuestra familia: siempre que alguien viene a cenar con nosotros, le pedimos que firme y escriba la fecha en la parte de abajo de nuestra mesa. Y cuando mi familia está en el segundo piso, muchas veces me dirijo al comedor para acostarme debajo de la mesa y leer todas las notas y las firmas. Mientras veo cada uno de los nombres y fechas, reflexiono en los momentos que pasamos alrededor de la mesa, las historias que compartimos durante una excelente comida, las risas y las lágrimas. Como ves, algo especial sucede cuando reducimos la velocidad y nos reunimos alrededor de la mesa. Recuperamos el arte perdido de hacer contacto con los ojos. Compartimos las historias de triunfos y derrotas. En esos momentos, siento la presencia de Dios y veo más su bondad. Creo que lo que sucede alrededor del mesa no solo es sagrado; también es santo.
A lo largo de toda la Escritura, vemos que Dios tiene una manera de presentarse a la mesa. Las mesas de la Pascua y la de la Santa Cena son fundamentales en la vida de la gente, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. Y cuando decidimos deliberadamente hacer de este tiempo de reunión alrededor de la mesa algo fundamental para nuestra vida, este se convierte en una oportunidad para recordar y percibir las bendiciones de Dios.
Hace muchos años, hice un viaje a Irlanda y pasé tiempo caminando por un parque en Glendalough. Casualmente llegué a un claro al que los lugareños llamaban “La conexión de dos mundos”, donde lo sobrenatural se encuentra con lo natural. En el cristianismo, estos lugares han sido históricamente áreas sagradas donde los adoradores podían reunirse con el Espíritu Santo y recibir su guía. Para mí, mi mesa del comedor es un lugar “de conexión”. Un lugar donde me reúno con Dios y me siento cerca de su corazón.
Durante sus años sobre la tierra, Jesús invitó a muchas personas a acercarse a Él en la mesa, y esas personas aceptaron su invitación. Mateo 9 nos habla de una vez donde no solo vemos a Jesús reclinado a la mesa, sino que también vemos cobradores de impuestos y pecadores que estaban con Él y sus discípulos reclinados a la mesa. Escucha, amigo, uno no se relaja ni se reclina a menos que se sienta cómodo. Jesús estaba perfectamente cómodo, e hizo que quienes estaban con Él también se sintieran a gusto. Sin importar lo que ellos hayan traído a la mesa, sobre sus experiencias pasadas o presentes, Jesús no tuvo miedo de involucrarse en sus historias; y tampoco tiene miedo de involucrarse en las tuyas. Con todas nuestras transgresiones y fracasos, Jesús llega justo a donde estamos y se reclina a la mesa con nosotros.
He hallado esperanza y sanidad en la mesa. Me ha marcado para mi bien, y las buenas noticias son que todos estamos invitados a ser parte de ella. El salmo 23:5 dice que Dios prepara una mesa para nosotros en presencia de nuestros enemigos. A pesar de nuestras imperfecciones, transgresiones y de los enemigos que traten de rodearnos, Dios nos invita a su mesa para experimentar su bondad. Así que jala una silla, reclínate en su bondad y disfruta del banquete, amigo mío; es verdaderamente bueno.
ORACIÓN
Señor, hoy te doy gracias por la mesa, el compañerismo que comparto con mis amigos y mi familia estando tú en el centro. Cada vez que vengo a la mesa, recuerdo la invitación que nos haces, y les das a todos la bienvenida a tu mesa. Cuando me siente a la mesa y alimente mi cuerpo, que también tenga la oportunidad de nutrir mi alma y de sentir tu presencia y tu bondad. En el nombre de Jesús, amén.
PARA MEDITAR
- Pregunta al Espíritu Santo cómo puedes acercarte de manera distinta y más intencional a la mesa la próxima vez que te sientes y disfrutes una comida.
- Ora por la gente que te rodea, a quién puedes invitar a sentarse contigo a la mesa.
Espíritu Santo, ¿qué es lo que me estás diciendo hoy?
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Salmo 23:5
Scripture
About this Plan
Jesús es el Buen Pastor, quien provee todo lo que necesitamos. Este devocional de 31 días está centrado en un pasaje de la Escritura que ha sido una fuente de fortaleza, paz y consuelo: el Salmo 23. En cada día del recorrido a través de este salmo tan preciado, tendrás la oportunidad de reflexionar sobre las muchas maneras en que Jesús demuestra su amor y su bondad en nuestra vida.
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