Esperando al Espíritu Santo

Haremos ahora, un breve recorrido por el Antiguo Testamento, porque quiero que puedas entender que cuando Jesús vino a esta tierra, todos estaban esperando al Espíritu Santo. Empecemos con Moisés, cuando él estaba en el desierto llevando con paciencia al pueblo de Israel, hubo un momento en que la gente se quejó porque no había carne, así que salieron a sus tiendas a llorar, razón por la cual, Moisés estaba muy cargado y afligido, así que el Señor le dijo que reuniera setenta hombres de los ancianos de Israel, porque Él descendería y pondría del Espíritu que estaba en Moisés sobre ellos, para que le ayudarán a llevar la pesada carga del pueblo. 

Cuando esto sucedió, todos comenzaron a profetizar, y de hecho, dos de ellos que habían sido convocados, pero se encontraban en el campo trabajando, también fueron llenos con el Espíritu Santo y comenzaron a profetizar. Allí comienza un deseo en Moisés: “Ojalá todos recibieran al Espíritu Santo”. 

El Espíritu de Dios luego estuvo sobre Josué, sobre los jueces, sobre los reyes y sobre David. Pero la promesa comenzó a venir a través del profeta Isaías, en el siglo VIII a. C. “hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque” Isaías 32:15. Fue en ese momento, donde comenzó a arder el corazón de este pueblo por el Espíritu Santo.

Más adelante Isaías profetiza que el Espíritu Santo sería derramado sobre nuestras generaciones (Isaías 44:2-3) y que, ante nuestros enemigos, necesitamos que venga el derramamiento del Espíritu Santo (Isaías 59:19-21). ¡Ellos estaban esperando al Espíritu Santo!