Caminando en La TablaSample
SÁCATE ESOS ERIZOS
¿Hay algo que te fastidie mucho y que no esté resuelto?
Muchos hemos tenido la punta de un erizo en el pie, que nos fastidia y no nos deja caminar bien, hasta que decidimos sacarla. A veces convivimos con una gotera en la casa, hasta que un día la reparamos, un tema de salud que debemos tratar o un asunto personal que evitamos enfrentar, pero que en el momento que lo solucionamos, sentimos un gran alivio.
El salmo 32 trata de ese tema. Vemos a David que ha entendido lo que significa enmendar o corregir su camino y el alivio que trae para su vida. Empieza diciendo que será feliz quien sea perdonado y que su maldad haya sido absuelta. Como cuando un jurado dice “¡no es culpable!” y quedamos libres. ¡Vaya momento de alivio!
En cuanto a nuestra relación con Dios, vamos a explorar cómo se llega a obtener ese alivio, cuando nos equivocamos y nos caemos de la tabla:
Lo primero es que el tema puede incomodar por mucho tiempo, tanto que a David le trajo consecuencias físicas. Mientras lo mantuvo oculto dice que sus huesos “se envejecieron, padecía noche y día, quejándose y lamentándose” (Salmo 32: 3-4).
Todos tenemos “wipeouts”, caídas de todo tipo, o nos metemos mal en la ola (o la vida) de otras personas. Cuando eso pasa, sabemos que debemos hacer algo al respecto y corregir, pero a veces lo evitamos, pues sabemos que nos va a costar y lo dejamos para después.
El primer paso es confesar.
¡Wow! ¿Confesar? ¿A quién y por qué? Bueno, primero a Dios, ¿pero acaso Dios ya no sabe lo que hice? ¿Por qué hacerlo? ¿Es que quiere humillarme?
Creo que el enfoque es otro. Hablarlo con Papá supone desahogo y alivio (cuando nuestros hijos confiesan que se comieron el pastel les trae alivio, aunque nosotros ya lo sepamos).
Además, ayuda a reconocer y enfrentar el problema. Hablar con Dios del asunto es reconocer que tenemos algo que arreglar.
Finalmente, nos permite estar en una actitud de humildad y entrega que nos da herramientas para encararlo y restaurar lo que hicimos.
La profundidad de la oración de confesión a Dios, como dice el salmo, “nos libra de la angustia” y nos trae “cánticos de libertad” (Salmo 32: 6-7). Es decir, te libera.
¿Quieres ser libre de la angustia? Habla con Dios del asunto.
¿Y qué debo hacer ahora, luego de arreglarme con Dios? ¿Cómo desenredo las consecuencias para conmigo y con los demás? Dios mismo dice que, en la medida que nos dispongamos a entender, “Él nos va a enseñar el camino que debemos seguir” (Salmo 32: 8-9)
Cuando uno reconoce que no es perfecto(a), muestra humildad y verdadero arrepentimiento los demás lo notan y tiene un valor restaurador. La confesión mutua nos lleva a la oración y al apoyo, con actitud espiritual y madura, dado que nos pone en una posición vulnerable que debe tratarse con discreción y respeto. (Santiago 5:16)
¿Y qué pasa si no enfrento esta situación?
Nos afectará directamente a nosotros mismos, y nos alejará de la paz. Lo vemos en el versículo 10 “al malvado le esperan muchas aflicciones, pero la misericordia del Señor acompaña a todos los que confían en Él”.
Es como quedarte con el erizo que te irá dañando cada vez más.
Al final, en el último versículo, se ve el efecto en la comunidad: alegría y restauración, pues nos endereza el corazón: “¡los de recto corazón canten llenos de alegría!”
¿Vives con algo que te incomoda? ¡Sácate ese erizo!
Scripture
About this Plan
Jesús fue el primero en caminar sobre las olas. Un día, llamó a su amigo Pedro para que salte al mar y camine hacia Él, dejando de mirar la tormenta. Quizás estás movido por las olas de la vida y necesitas una base estable para avanzar. Si es así, este plan es para ti, ¡salta de esa barca que se hunde y ven al encuentro del Creador de las olas!
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