El Reino De Dios Pertenece a Los NiñosSample

Día tres: El cambio en el reino de Dios  

Jesús emplea una ayuda visual, la de un niño, para mostrar a sus discípulos cómo se debe ver la grandeza a los ojos de Dios. Un niño es lo que vieron, y esto es lo que escucharon: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.” Esas últimas palabras llamaron su atención porque son las mismas palabras que Jesús usa en la reprimenda más severa de su sermón más conocido.

Volviendo a Mateo, capítulo 5, Jesús dice en el Sermón del Monte: “Les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.” En el griego original, las dos advertencias son repeticiones exactas. Por supuesto, los discípulos de Jesús recordarían las palabras, el momento y las miradas en los rostros de las personas cuando Jesús desafía audazmente la hipocresía de los gobernantes religiosos. Ahora, Jesús los está exponiendo con las mismas exactas palabras. ¿Por qué Jesús hace eco de tal advertencia?

Jesús está añadiendo toda la fuerza que puede a un mensaje que sus discípulos no quieren escuchar: “Todavía no son lo suficientemente infantiles”. Con este mensaje, Jesús les está mostrando el camino al reino de los cielos. “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.” Estas no son palabras cálidas y amorosas para tarjetas de felicitación. Estas son palabras de gran potencial. Jesús está diciendo que la grandeza en su reino proviene de la humildad como la de un niño, no del modo de supervivencia de buscar poder, estatus y competencia. Esas cosas no te hacen grande; son solo fachadas que mantienen oculto el verdadero yo.

Sobrevivir en el mundo es algo muy diferente a prosperar en el reino de Dios. ¿Quieres florecer en el reino de Dios? Este es el camino: la madurez infantil. ¿Es esa declaración un oxímoron? Por definición, sí, si estás pensando en el comportamiento de un niño. Pero, ¿qué hay de reclamar en nuestra edad adulta la imagen de Dios que vemos en los niños?¿Qué podemos aprender de la vida de los niños que realmente exponga un déficit en nuestro yo adulto?

Vivir una expresión madura de la niñez es el cambio al que Jesús nos llama. Escuchar y obedecer su llamado requiere una reflexión honesta sobre la hipocresía adulta; experimentar la libertad de dejar atrás las fachadas es parte del cambio del reino de Jesús.

Reflexión: El cambio es muy difícil porque nos gustan las ilusiones que mantenemos sobre nosotros mismos y lo que mostramos a los demás. ¿Por qué estás ocultando tu verdadero yo?

Oración: “Señor, permíteme confiarte mi verdadero yo. Ayúdame a ver la verdad sobre mí mismo la cual me hará libre.”