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¿Cuándo oró Jesús? Parte 1

Ahora que hemos profundizado en algunos ejemplos de la vida de oración de Jesús, exploremos cómo construir de manera practica una vida de oración como la de Él. Orar como Jesús significa orar casi por todo: todas las necesidades, todas las situaciones, todas las personas. Si quieres orar como Jesús, significa que también debes orar sin cesar. Para los discípulos de Jesús, no hay un tiempo aceptable sin oración. Por lo tanto, es bueno orar a diario y orar temprano como lo hizo Jesús.

Jesús oró diariamente

Jesús oró todos los días. Los judíos oraban diariamente el Shemá: «Oye, Israel: el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es» (Deuteronomio 6: 4), y como un judío devoto, Jesús habría hecho lo mismo. Esto explica por qué pudo citarlo libremente de memoria en Marcos 12:29-30.

Como Dios encarnado, Jesús era un hombre perfectamente integrado a la voluntad del Padre, y mantener la conformidad con la voluntad del Padre significaba mantener la comunicación con el Padre. No pasaba un día en el que Jesús no orara, porque cada día se enfrentaba a nuevas tentaciones, pruebas y tribulaciones de las que necesitaba hablar con el Padre.

Jesús oró temprano

Esto es difícil de manejar para los noctámbulos, pero orar temprano en la mañana no es solo algo que Jesús hizo, es algo que nosotros también debemos hacer. Antes de que suene el teléfono, antes de que se llene la bandeja de entrada del correo electrónico, antes de que el día se vuelva ajetreado y ocupado, dedica tu día a la voluntad de Dios antes de que el día empiece a caer sobre ti.

Marcos 1:35 nos dice: «Y levantándose muy de mañana, cuando aún estaba oscuro, se fue y salió a un lugar desolado, y allí oró».

Mientras aún estaba oscuro. Eso es temprano.

Orar temprano, mientras tu entorno es aún tranquilo y silencioso, te da tiempo a solas con Dios sin distracciones. Este enfoque marca la pauta para el resto del día, preparándote para cuando tu entorno sea frenético y ruidoso.

Orar temprano nos calibra para todo lo que nos espera en ese día. Y es una buena manera de dedicar el tiempo que dedicamos a nuestro viaje diario para prepararnos para el día que tenemos por delante.

Reflexión:

1. ¿Con qué frecuencia oras?

2. ¿Cuál es el momento más común en tu día para orar?

3. ¿Hay algún cambio que debas realizar en estas dos áreas?