La paz y la promesa de la Navidad.Sample
Antes y después
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley… —Gálatas 4:4-5
A mi esposa Marlene y a mí nos gusta mirar programas de renovación del hogar. Nos encanta aprender de los expertos a medida que transforman un espacio sin vida en algo nuevo y extraordinario. Sin embargo, para poder lograr algo similar, hay que entender el antes de la casa vieja para poder apreciar lo que lleva al después.
De maneras infinitamente más importantes, ésta realidad se aplica a la historia de la Navidad. Cuando contamos la historia, solemos empezar «demasiado tarde». Celebramos la llegada del bebé Jesús —lo cual es maravilloso—, pero olvidamos que tuvo que dejar su hogar para venir al nuestro. No reflexionamos en la maravilla del antes… en lo que dejó. El Hijo eterno de Dios dejó la presencia del Padre para transformarse en ese Bebé indefenso.
En Gálatas 4:4-5, leemos: «Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley». La palabra clave aquí es envió. Jesús fue enviado aquí desde otra parte… un lugar en donde había vivido toda la eternidad pasada. Que dejara aquel lugar y viniera a este es tan solo una medida de la profundidad de su amor. Y ese es el amor que celebramos a medida que recordamos el nacimiento en forma humana del Eterno.
Jesús, no podemos agradecerte lo suficiente por decidir visitar a tus criaturas tomando forma de un bebé humano. Ayúdanos a no olvidar jamás el alcance de tu amor por nosotros.
¿Qué imaginas cuando piensas en lo que Jesús dejó para venir a nuestro planeta? ¿Por qué crees que lo hizo?
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