Actitudes para cultivar y fortalecer la vida de fe Sample
En Abraham vemos la fe obedeciendo en forma cabal y completa al someterse a la voluntad de Dios. Abraham se convirtió en un modelo de fe para todas las épocas, no en balde es llamado en las Escrituras: el padre de la fe.
La fe obra por la obediencia
Dios instruyó a Abraham para que dejará todo (familia, tierra, etc.), y le siguiera a una tierra desconocida. Abraham tuvo que tomar una decisión difícil ante la instrucción dada por Dios. Obedecer, en el pasaje leído, implica escuchar con atención, someterse a la autoridad. En otras palabras, reconocer la autoridad que está detrás del mandato y accionar alineado a esa autoridad.
Obedecer también connota escuchar desde abajo, lo que comporta una actitud de sumisión, de aceptación de uno que está bajo autoridad.
La obediencia es un acto de reconocimiento de la autoridad de Dios sobre nuestras vidas. Sin reconocimiento de la autoridad no hay obediencia, sin obediencia no hay crecimiento de la fe y, sin obediencia, la fe no obra.
La obediencia es un aspecto vital de la vida de fe. La obediencia le da a la fe un sentido práctico, experiencial y dinámico. La fe sin obediencia a la voluntad revelada de Dios es una mera profesión verbal.
En la vida espiritual la autoridad se da por obediencia y, esta última, por fe.
Jesús alabó la fe del centurión romano por sujetarse a autoridad. Recuerda esa escena: el centurión le mando a decir a Jesus que él no era digno de que entrara bajo su techo. “… di la palabra y mi siervo sanará” (Mateo 8:8) y, seguidamente, le dijo: “yo soy un hombre bajo autoridad” (Mateo 8:9). El centurión estaba diciendo “yo reconozco que tú tienes autoridad, y me sujeto a ella”. Y, ¿que dijo Jesus?: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8:10).
¿Vives una vida de obediencia a Dios y su palabra?
¿Reconoces que Dios tiene autoridad sobre tu vida?
Scripture
About this Plan
Nuestra fe está conectada a nuestra relación con Dios. Tan fuerte e íntima como sea nuestra relación con Dios, así será nuestra fe. Nuestro nivel de relación con Dios determina nuestro nivel de fe. Hay tres actitudes que contribuyen a cultivar la relación con Dios y, por ende, fortalecer la vida de fe. Estas tres actitudes son: la obediencia, el amor y la devoción por la palabra de Dios.
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