Actitudes para cultivar y fortalecer la vida de fe Sample
La fe de Abraham, expresada en obediencia, se convirtió también en un modelo de justicia, por eso su fe “le fue contada por justicia” (Romanos 4:3).
La máxima prueba de obediencia de Abraham la observamos en Génesis 22:2. Dios le pide a Abraham que le sacrifique su hijo Isaac. Y, ¿qué hace Abraham? Se sujeta a Dios en obediencia, se dispone a ofrecer a su hijo en sacrificio de holocausto. Como puede observar, en la vida de Abraham, ejercer su fe supone correr algunos riesgos, tomar algunas decisiones difíciles. Obedecer en fe puede conllevar algunas incomodidades, incluso peligros y, aun, acarrearnos la muerte.
La obediencia implica una actitud de renuncia
La obediencia es un acto de entrega de nuestra voluntad a Dios. Abraham tuvo que renunciar a Isaac para poder obedecer a Dios. Obedecer implica renuncia a favor de Dios. Abraham tuvo varios momentos de decisión (al ordenársele salir de su tierra y su parentela a una tierra desconocida y al ordenársele sacrificar a su hijo Isaac).
A lo largo de nuestra vida, Dios nos va a probar en nuestra disposición de obedecer, así como lo hizo con Abraham. Estos momentos en que Dios nos prueba podemos llamarlos momentos de decisión. Son momentos en los que intencionalmente renunciamos a privilegios, derechos, reconocimientos, honores y posiciones a favor y en obediencia a Dios. Cada creyente experimenta momentos cruciales - momentos de decisión - en que su vida adquiere significado para Dios, y se hace evidente su amor y devoción a Dios, al decidir obedecerle. Cuando obedecemos fortalecemos nuestra fe.
Esos momentos nos llegan para tratar con áreas de nuestras vidas que no hemos entregado a Dios, áreas de nuestra vida en las que no estamos en obediencia.
¿Cuál área de tu vida estás reteniendo para ti, que no has entregado, en la que no estás obedeciendo? En algunos creyentes el área de difícil renuncia es el dinero; en otros, la profesión o trabajo; en otros, la familia. Pero Dios quiere una entrega completa. Por otra parte, en el área en la que renuncias, Dios te hace crecer en carácter.
¿Te sujetas al señorío de Cristo?
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Nuestra fe está conectada a nuestra relación con Dios. Tan fuerte e íntima como sea nuestra relación con Dios, así será nuestra fe. Nuestro nivel de relación con Dios determina nuestro nivel de fe. Hay tres actitudes que contribuyen a cultivar la relación con Dios y, por ende, fortalecer la vida de fe. Estas tres actitudes son: la obediencia, el amor y la devoción por la palabra de Dios.
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